viernes, 23 de mayo de 2008

MOTT THE HOOPLE - Live (1974)



Ladies and gentlemen...

Estaba cantado que en algún momento tocaría hablar de este disco, estaba claro desde el momento en que se creó el blog. Mott The Hoople era un grupo que no me llamaba demasiado la atención. Tenía el disco "All the young dudes" y la verdad es que estaba muy bien, pero no me mataba. Vale, estaba la propia "All the young dudes", que es un clásico inmortal, pero no sé, le faltaba algo. Eso me llevó a desinteresarme por el grupo durante mucho tiempo... hasta que decidí hacerme con este disco.

El principal problema es que aquel disco de estudio con el que me hice me sonaba algo apagado, falto de energía. Pues bien, este disco pone remedio automáticamente a ello: este directo es potente rock en estado puro. Sin olvidar que Mott The Hoople fueron ante todo un grupo de glam rock: ahí están las melodías poppies, los coros armoniosos y las esperpénticas pintas. Como no conozco más discos de esta gente que los dos que he mencionado, no podría decir si la selección de temas me parece ideal... pero en general diré que todos los temas me parecen como mínimo muy buenos, por lo que el ritmo no decae en ningún momento.

Comienza de manera extraña y al mismo tiempo, con uno de mis comienzos de disco favoritos. Tras la intro con el tema "Jupiter" de "Los planetas" de Holst, empieza a escucharse un piano. Entonces, sobre él, el carismático cantante Ian Hunter empieza a cantar:

A long, long time ago...
I can still remember
How that music used to make me smile.
And I knew if I had my chance
That I could make those people dance
And, maybe, they’d be happy for a while.

But february made me shiver
With every paper I’d deliver.
Bad news on the doorstep;
I couldn’t take one more step.

I can’t remember if I cried
When I read about his widowed bride,
But something touched me deep inside
The day the music died.


Esto, para quien no lo reconozca, es la primera estrofa de "American pie", el gran éxito de Don McLean. No olvidemos que estamos en 1974, y la canción es un single de éxito de hace tres años, no el gran clásico que es hoy día, lo que hace de la situación algo aún más extraño. Tras terminar el primer verso, cambia totalmente el ritmo de piano y Ian vocifera: "...the day the music die... OR DIDN'T? Ladies and gentlemen... THE GOLDEN AGE OF ROCK AND ROLL!!!!!". Y la banda completa entra en acción, y la música estalla sin compasión en un rock and roll formidable, en una canción que debería ser considerada entre los más grandes himnos de aquella generación. Simplemente, rock and roll. Directo a la yugular.

Sin dar respiro, la banda continua con el refinado hard rock "Sucker", en una versión que me gusta bastante más que la aparecida en el disco "All the young dudes", seguida por el clásico "Roll away the stone", un tema enérgico con una melodía muy emotiva, que por si fuera poco, empalma al final con un fragmento de "Sweet Jane" de The Velvet Underground. Uno de los mejores momentos del disco, sin duda. Viene entonces la balada "Rest in peace", que sirve a la perfección para que Ian Hunter nos demuestre la extraordinaria calidez de su timbre vocal, arropado por una elegante base instrumental. Los sonidos de teclados en el breve segmento intrumental cerca del final, mágicos. "All the way from Memphis" es otro de los grandes clásicos de Mott The Hoople, y es un tema que da a entender que esta banda pudo influír a Queen en alguna manera (no es de extrañar que fuera por aquellos tiempos el grupo favorito de Freddie Mercury, y que los propios Queen estaban teloneándoles de gira por América). Es un tema duro, con mucha importancia para el piano, que alterna estrofas de gran tensión con estribillos más festivos y pegadizos. "Born late '58" es un tema más crudo, más clásico, con un riff potentísimo, compensación necesaria a los anteriores temas, más recargados.

"One of the boys"
tiene la particularidad de que su riff principal sería reutilizado por el guitarrista Mick Ralphs, que dejaría el grupo para formar Bad Company, para formar el gran clásico del rock "Can't get enough". Una vez uno supera la sorpresa de encontrarse tan mítico riff ahí, se da cuenta de que "One of the boys" es muy buen tema, sin la vocación clásica de su descendiente, pero muy meritorio por si solo. Viene después otra dramática balada "Hymn for the dudes". Personalmente es uno de los momentos del disco que menos me llaman la atención, a pesar de que esos teclados estén, como en todo momento, impecables, la interpretación vocal sea muy sentida y la canción sea, en definitiva, bastante buena. Por el contrario, "Marionette", es un tema bastante más sorprendente, algo enrevesado e incluso algo teatral, sin perder el sello rockero de la banda, que tiene aquí algunos de sus momentos más duros.

Encaramos ya la recta final del disco, empezando con el medley entre "Drivin' sister", "Crash Street Kids" y "Violence". Aunque es bastante largo, debo decir que no se hace cansino y fluye con mucha naturalidad de un tema a otro. Un medley muy bien hecho. Continúa con la canción más famosa de la banda, "All the young dudes", el mítico tema que David Bowie compuso y les cedió para ver si esa buena banda que no acababa de despuntar conseguía tener un hit. Y sí, efectivamente fue un éxito. "All the young dudes" es un temazo que no hubiera desentonado en "The rise and fall of Ziggy Stardust and the Spiders From Mars", la más laureada y célebre obra de Bowie de aquellos tiempos. Tiene un bonito riff de guitarra melódico y nada típico, una buena estrofa algo dylaniana y lo más importante, un señor estribillo, hímnico y emotivo, capaz de convertir en un clásico a cualquier canción en la que lo coloquemos. El concierto termina con "Walking with a mountain", potente rock de estilo a lo Chuck Berry adaptado a la época y al sonido del grupo. Y con mucha distorsión. No es de mis canciones favoritas del disco, pero supongo que no queda mal como cierre. A fin de cuenta el riff (ahora sí, calcado de Chuck Berry) mola mucho y el simplísimo estribillo es muy efectivo.

Este disco en directo representa perfectamente una opción a la hora de dar cnciertos. Están los que llenan minutaje con improvisaciones y modificando los temas con respecto a sus versiones originales, y de la misma manera, tenemos discos como este, en los que simplemente encontramos un puñado de canciones interpretadas de manera normal, con esa fuerza y suciedad extra que involuntariamente dan los discos en directo. Y francamente, es maravilloso.

No existe este concierto en vídeo, cosa que sería ideal para colocar aquí abajo ahora. Aún así, no voy a resistirme, pues esta ocasión lo pide a gritos. Sin más dilación...

Ladies and gentlemen...



BONUS TRACK: La edición del 30º aniversario incluye además un CD con otro concierto completo, de la misma gira, que presenta algunas diferencias en la selección de temas y que es tan bueno que podría haber sido perfectamente lanzado en lugar de este.

viernes, 16 de mayo de 2008

T. REX - Tanx (1973)


En 1973, esa imparable máquina de ganar dinero que era T. Rex estaba en su momento de auge. T. Rex (o, lo que es lo mismo, Marc Bolan) se encontraban en plena inspiración sacando singles exitosos sin parar y con sus últimos álbums en lo más alto de las listas. Eran los grandes años del glam-rock, y Marc Bolan había conseguido ser una de las figuras más importantes y representativas del movimiento.

Su anterior disco, el mitiquísimo y soberbio “The Slider”, había sido otro exitazo y no se podía esperar menos de su siguiente obra, “Tanx”. Sin embargo, si algo le honró a Bolan es que no repitió la jugada ni se durmió en los laureles: sacó un par de singles imbatibles y de éxito seguro que le permitieron mantenerse en lo más alto para, a continuación, sacar un disco en el cual no se vislumbraba apenas un tema con madera de single seguro y en el que dio un paso adelante respecto su obra anterior. Lo que hizo Bolan fue buscar superarse a sí mismo artísticamente antes que comercialmente (algo que por entonces tampoco le hacía mucha falta).

“Tanx” no es un disco especialmente fácil si lo comparamos con los anteriores discos glam de T. Rex. Sigue estando su sonido glam tan particular, sigue habiendo algunos temas rockeros directos y pegadizos pero en general Bolan opta por una producción más recargada y exprimiendo al máximo los temas con todo tipo de arreglos pero al mismo tiempo sin alargarlos (la mayoría son bastante cortos y no duran mucho más de 2 minutos): Bolan va directo al grano, explota las melodías y cuando cree conveniente las cierra sin alargarlas más de lo necesario, la filosofía de decir todo lo que tenga que decir en el menor tiempo posible. Es ése otro de los motivos que hace de éste un disco menos accesible que “The Slider” mismamente, y es que lo forma en gran parte temas más bien cortos y llenos de detalles y arreglos siguiéndose uno tras otro sin darte tiempo a asimilarlos en las primeras escuchas. O al menos eso me pasó a mí y seguramente le pasó a los críticos que criticaron tanto el nuevo trabajo de Bolan (o eso o eran sordos).

El tema que abre el disco lo define a la perfección y es además uno de los mejores: “Tenement Lady”, un tema muy adornado de arreglos que repentinamente cambia por completo de melodía adquiriendo un tono oscuro y bello a la vez ayudado por el piano.
Los momentos más rockeros y fáciles del disco se encuentran en temas como “Rapids”, “Shock Rock” (grande ese estribillo y ese pequeño toque de piano), “Country Honey”, “Mad Donna” o “Born To Boogie”. Son los que nos recuerdan más al T. Rex de anteriores discos por estilo: riffs sencillos pero efectivos adornados con melodías pegadizas con toques festivos.
El resto del disco tira por caminos más cercanos al extraño tema inicial, y es aquí donde se encuentran los temas a mi gusto más interesantes. Por ejemplo, un agradable tema pop como “Mister Mister” consigue, con el tratamiento sonoro que se le da, tener además una atmósfera especial. A ésta le sigue uno de mis momentos favoritos sin dudarlo, la preciosa y melancólica “Broken Hearted Blues”, donde su interpretación vocal y la atmósfera que le envuelve (creada con los arreglos de violines y el saxofon en un segundo plano) consiguen convertirlo en un tema sumamente emotivo. “Electric Slim and the Factory Hen” es otro de los grandes momentos del disco, un tema que a mí me suena bastante moderno para su época y que cuenta con los mejores arreglos de violín del disco. Bolan sin duda vivía en otra dimensión por entonces.
En el tramo final nos encontramos con baladas como la acústica “Life Is Strange” (con un sonido más austero y sencillo), el atmosférico “Highway Knees” (cuyo final me encanta) y “Left Hand Luke and the Beggar Boys”, con tintes soul en esos preciosos coros, un final a lo grande.

El disco se acaba aquí y sólo por estos temas ya valdría la pena tenerlo, pero no puedo evitar comentar los extras que trae la edición en CD, porque son algunos de los más grandes singles de la carrera de este hombre. Canciones como “Jitterbug Love”, “Sunken Rage” o “Solid Gold Easy Action” (¡por Dios, que alguien me quite este estribillo de la cabeza!) nos devuelven ya al T. Rex más conocido, auténticos temazos rockeros que harían las delicias de cualquier fan del mejor glam-rock setentero. Pero lo mejor es que aún quedan los dos singles principales, dos de los temas más famosos de la carrera de T. Rex, dos auténtica joyas imprescindibles. El primero es esa maravilla llamada “Children of the Revolution” con unos violines y un estribillo memorables, de lo mejor de su catálogo. Y el que nos queda no es nada más y nada menos que “20th Century Boy”, que no es que sea uno de los mejores temas de T.Rex o de los 70, sino de la historia del rock. Un temazo con un riff y una melodía legendarios con un tono festivo y alegre contagioso que animaría hasta a un muerto. El glam-rock festivo llevado a su máxima expresión, sencillamente antológico.

Pese a ser menos recordado que otras obras suyas, “Tanx” es un grandísimo disco que nos demuestra que el talento de Marc Bolan daba para mucho, más allá de esos grandes temas de rock festivo a los que todos tendemos a asociarle.

sábado, 3 de mayo de 2008

QUEEN - Queen (1973)



Hablar de Queen a estas alturas podría parecer que está de más. Pero como yo hago este blog para entretenerme y no para aportar nada trascendente e innovador al mundo, me da igual.

Tonterías aparte, adoro a Queen, es de mis grupos favoritos, y los veo claramente entre los más grandes. La razón principal son sus cinco primeros discos. Cinco discos impresionantes entre los que veo imposible encontrar un solo momento flojo. (Aviso para lectores: me sé esos discos de memoria. Que ahora me listéis todos los momentos que consideráis flojos en esos discos no va a provocar una reacción tal que "Oh, vaya, ¡cómo pude haberlo olvidado!".)

Queen comienzan a ser verdaderamente célebres a partir de su tercer disco "Sheer heart attack", que de hecho es mi disco favorito de todos los tiempos, pero sus dos primeros, injustamente olvidados incluso por la propia banda, son igualmente impresionantes. En esta ocasión hablaré de su debut, el cual es con seguridad uno de los cinco mejores discos de hard rock de los setenta. Es un disco potente, inspirado en grupos como Led Zeppelin o Black Sabbath, pero que al mismo tiempo tiene ya la base de todo lo que serían Queen: sus armonías vocales, sus tintes pomposos, su extraña épica...

Una de las singularidades de este disco son los temas de Freddie Mercury. En los discos posteriores sus temas serían los más extraños, y al mismo tiempo los más ligeros, normalmente, creando la carismática dualidad con los temas rockeros compuestos por Brian May. Pero si uno escucha este disco sin saber nada más del resto de la discografía de Queen, puede pensar perfectamente que Freddie iba camino de convertirse en uno de los mayores iconos del heavy de los setenta. De cinco temas que aporta, tres de ellos están entre lo más duro que ha hecho Queen, y al contrario de lo que sería habitual más adelante, se mantiene más alejado del piano.

El tema que abre el disco, "Keep yourself alive", de May, fue el mayor single del grupo, y un tema muy olvidado, con madera para ser uno de los grandes himnos de Queen. Es un tema rockero y pegadizo que resume muchas de las características de Queen, y que seguramente, de haber salido unos años más tarde, con la banda ya consolidada, hubiera sido un impresionante éxito. Aquí ya podemos apreciar además los famosos efectos de guitarra de May duran el solo, que le valieron para ganarse la acusación de abusar del estudio y no saber reproducir eso en directo, cosa que supo desmentir por méritos propios. "Doing all right" es otro tema de May, única canción de Queen resto de la época en la que estos se llamaban Smile, antes de la entrada de Mercury y Deacon en el grupo. Una maravillosa balada con tremendas partes rockeras.

El primer tema de Mercury, "Great King Rat", es alucinante. Es una canción potentísima, muy épica, donde Mercury la descose cantando, apoyada en un increíble ritmo cabalgante de Roger Taylor (que en este disco posiblemente hace su mejor trabajo de batería, muy muy bueno). Sigue otro de Mercury, "My fairy king", una canción que rompe totalmente la tónica del disco, y no sólo eso, sino que anticipa en lo que se convertiría Queen. Un tema complejo, pomposo, lleno de doblados de voces, falsetes, punteos imposibles de guitarra y el piano de Freddie dirigiendo la canción. Me lo imagino mostrando el tema ante la atónita mirada de sus compañeros, porque la verdad es que no me resulta imaginar un tema anterior que suene parecido a este. Y viene otra canción más de Freddie, la mejor del disco, y seguramente una de las cinco mejores de Queen: "Liar". IMPRESIONANTE. Un tema largo, complejo, rico en matices, donde los cuatro miembros están impecables. El riff es uno de los más memorables de la historia del rock duro, cada melodía vocal de Mercury es impecable, la base rítmica arrasa con todo... es un tema increíble. Resulta doloroso que nunca se recuerde a Queen por su faceta de rock duro, cuando si se lo proponían podían parir temas que cualquier grupo de ese estilo mataría por componer.

May nos ofrece "The night comes down", una adorable balada que alterna momentos algo frenéticos y oscuros (el inicio y el final) con partes muy melosas cantadas dulcemente por Freddie. Un tema que me encanta, de esas canciones que nadie parece recordar nunca que tanto abundan en los primeros discos de Queen. "Modern times rock'n'roll" es un tema compuesto y cantado por Roger Taylor. Siempre se ha dicho que era Taylor el que aportaba el peor tema con diferencia del disco, y no estoy de acuerdo. Aunque aquí es el tema menos interesante, no deja de ser un temazo, corto, frenético, y que aporta variedad al LP. Otra de May, su última aportación al disco, es "Son and daughter", un rock lento y pesado, muy en la onda de Black Sabbath, pero con el sello de Queen en el estribillo: "I want you! To be a woman...". Freddie canta de manera atípica en él, rasgando muy bien la voz, como un verdadero bluesman. "Jesus" es un tema compuesto por Freddie, aunque de cristiano no tenía nada. Una de las composiciones más bizarras del hard rock, con una estrofa poderosa, con riffs cortantes, y un estribillo melódico con maravillosa armonías que se acopla muy bien sobre el mismo ritmo, amén (nunca mejor dicho) de un break instrumental en la parte central donde la banda se lanza a una furiosa jam guitarrera. Cierra con la miniinstrumental "Seven seas of Rhye", que Mercury mejoraría para el siguiente disco, convirtiéndola en el primer hit de Queen, pero que aquí no pasa de ser un cierre simpático de disco, que me recuerda mucho a la intro de "Pinball wizard" de The Who.

La historia de Queen a partir de su segundo disco sería más conocida y por tanto este disco es más interesante de reivindicar. Si bien no son pocos los fans que tienen este "Queen" (no me gusta llamarlo "Queen I"... coje el CD y míralo bien... ¿acaso se llama así?) en alta estima, hay un sector al que este disco debería llegar sin falta. El fan del rock duro y potente que dice no gustarle Queen por lo que ha oído de ellos. Es muy probable que no haya oído este disco en concreto y pueda sorprenderle muchísimo.


viernes, 2 de mayo de 2008

FLOWER TRAVELLIN' BAND - Satori (1971)



Imaginen a cuatro japoneses que deciden emular a Black Sabbath pero con un estilo mucho más psicodélico y tendrán a Flower Travellin’ Band.

Se formaron a finales de los años 60 bajo el nombre de The Flowers, pero pronto harían un cambio de cantante y se rebautizarían como Flower Travellin’ Band. En sus primeros discos se dedicarían principalmente a versiones de grupos de rock occidentales del momento que constituían sus principales influencias como Cream, The Jimi Hendrix Experience, King Crimson y Black Sabbath. Para su tercer disco, “Satori”, se atrevieron a incluir únicamente material propio y crearían su obra más mítica y emblemática.

Aunque el sonido de Flower Travellin’ Band está obviamente muy marcado por grupos occidentales como los ya mencionados, en “Satori” adquieren un estilo propio que los hace difícil de clasificar. Tienen un sonido que remite al hard-rock de la época con tintes muy psicodélicos pero pasando por el filtro de la cultura japonesa (en especial en la interpretación vocal de Joe Yamanaka en más de un tema). Los temas no tienen título, sino que simplemente se dividen en partes con el nombre del disco, lo cual ya da la idea de que no es tanto una obra de canciones sueltas como de varios pasajes musicales muy relacionados entre sí. En general no siguen la estructura típica de una canción de rock sino que más bien van dando paso a diferentes riffs y temas musicales que acaban desembocando casi siempre en largos y oscuros pasajes instrumentales.

El tema que más cerca está de ser algo convencional es el que abre el disco con un potente grito al que le sigue un grandísimo riff que podría colar perfectamente como uno de Tony Iommi. Este “Satori Part 1” es el tema más corto y directo, lo más cercano que podrían tener a un single de éxito en occidente.
En “Satori Part 2” la cosa ya cambia. El riff del tema ya tiene un sonido mucho más oriental y es acompañado por una potente sección rítmica casi tribal. Pasamos ya a un sonido más psicodélico que heavy metal y los segmentos instrumentales se alargan. Eso no es nada, en el siguiente tema esto irá a más.
“Satori Part 3” es para mi gusto uno de los mejores momentos del disco y también uno de los más oscuros. La guitarra de Hideki Ishima toma el control del tema creando una melodía que me recuerda a los gritos de Yamanaka en temas anteriores y que le da ese extraño sonido misterioso y con tintes orientales. Aquí no hay voces ni hacen falta, todo el tema se edifica solo en esas magníficas progresiones instrumentales que acaban desembocando en un clímax frenético.
Llegamos a “Satori Part 4”, que es para mí el otro momento más “normal” del disco (sin que eso sea peyorativo) o, en otras palabras, donde se les va menos la cabeza. De nuevo vuelven a construir un riff muy molón aunque mucho menos oscuro que los anteriores y una melodía que es hasta pegadiza pese a su simplicidad. A continuación pasan a una larga parte instrumental en que se va repitiendo el riff mientras Yamanaka toca la armónica y se alternan algunos solos de guitarra. El momento más bluesero del disco.
Para acabar, “Satori Part 5” vuelve al tono oscuro habitual del disco con esos gritos-lamentaciones que, junto al tono de la música, le dan una ambientación especialmente siniestra muy bien conseguida.

“Satori” es un disco que tiene un sonido y una ambientación especial, no sabría decir si por la influencia oriental o por la banda en sí (o seguramente por un poco de ambas). En todo caso es un ejemplo de cómo no debemos olvidarnos de que en Oriente también se hace buen rock, y en ocasiones con discos tan buenos como éste, que seguro que de haber tenido renombre en occidente habría sorprendido a muchos (como está pasando estos últimos años en que ha sido reeditado y descubierto en esta parte del mundo dejándonos boquiabiertos... aunque sea más de 30 años después).