viernes, 25 de abril de 2008

SLAPP HAPPY - Slapp Happy (1974)



Esta vez sí, me dispongo a reseñar un trabajo ciertamente perdido en el tiempo. Antes de nada un poco de historia. El grupo se junta en Hamburgo, producto del compositor vanguardista Anthony Moore (teclista y principal compositor del grupo), británico, su novia alemana Dagmar Krause (voz) y su amigo Peter Blegvad (guitarra y coros), estadounidense. Se intenta que sea un grupo pop, y para completar la formación se ayudan de algunos músicos Faust. Con esto sale "Sort of", que lanzaron con Polydor. Para su segundo disco, "Casablanca Moon", intentan hacerlo más comercial, pero debido a las bajas ventas del primer disco Polydor les retira su apoyo. Tras esto emigran a Londrés para probar suerte con la joven compañía Virgin, que puso a su disposición músicos de sesión con los que regrabar este disco, que acaba saliendo a la venta como "Slapp Happy".

Hay quien ha definido que la característica principal de Slapp Happy es el encanto. Estoy de acuerdo. Estamos ante un disco elegante, refinado, digno de paladares sofisticados dentro del rock, pero al mismo tiempo para nada pedante ni elitista. Un disco que cualquiera puede, o debería poder disfrutar. ¿Qué mejor prueba de ello que la primera canción? "Casablanca Moon" abre el disco, y pese a lo que pueda dar a imaginar el título, la canción es... un tango. Una leve introducción de violín acompañado de piano, y ya estamos dentro del disco. La batería irrumpe con fuerza y Dagmar canta son su extraña y enimática voz, con su extraño acento alemán, entonando con vigor los primeros versos: "He used to were fedoras, now he sports a fez...". Un maravilloso ritmo sincopado sobre el que una deliciosa instrumentación, con la guitarra matizando melodías tangueras aquí y allá.

Puede que aún sea mejor "Me and Parvati", un pop de altísima categoría que llena mi mente de imágenes bohemias, antiguos bulevares, noches a orillas del Sena y periódicos narrando las noticias en el África colonial. Dagmar está terriblemente seductora, pero además se apoya muy bien en la segunda voz de Peter, quien además tiene su pequeña parte como voz solista, haciendo de "Me and Parvati" algo irrepetible. "Half way there" no es tan grandiosa, aunque tiene una ambientación tropical digna de destacarse y una melodía muy divertida. Y es que además este disco es muy variado, se mueve muy bien por distintos estilos y siempre sale airoso. Un aire de ligereza similar tiene "Michaelangelo", un pop saltarín apoyado por un inefable sonidito de teclado.

"DAAAWN!"
comienza el siguiente tema, un increíble tema épico acompañado por trompetas donde quizá la voz de Dagmar se hace demasiado chillona (no es el único momento donde ocurre), lo que se compensa con que la melodía que entona es increíble, y los ataques eléctricos de Peter Blegvad, muy sutiles, dotan al tema de magistral potencia. "Mr. Rainbow" es otra cosa ya. Es una canción increíble, cargada de bella oscuridad que bien podría sonar en el interior de una casa abandonada durante un ritual pagano. Peter y Dagmar se hacen los amos de la oscuridad con esta interpretación (además de los increíbles guitarrazos distorsionados de Peter), donde además alternan inglés y francés. No sé si es la mejor del disco, pero es una de esas canciones que HAY que escuchar. Como contrapunto a estas tinieblas tenemos los tres temas siguientes: "The secret" es un pop tranquilito con una melodía adorable y palmaditas. "A little something", bastante mejor, se mete en un terreno distinto a lo ya visto en el disco: la bossanova (o eso me parece, no es que entienda mucho de música brasileña). Es un tema aplacible con percusiones latinas (ah, ¡cómo las adoro!) en lugar de batería, que consigue sin duda relajar y poner de buen humor a cualquiera. "The drum" parece una canción más tosca, pero sólo bajo una mirada superficial. La instrumentación es una mezcla deliciosa: guitarras acústicas, percusiones indias, armónica... una exquisita amalgama sonora. La canción en si es una especie de himno, como para cantar en un campamento, con una melodía de esas que podrían trascender épocas y fronteras. Aquí, desgraciadamente, la voz de Dagmar puede sonar incluso irritante, pero merece la pena tolerarla por disfrutar de esta pequeña joya.

"Haiku", como indica su nombre, tiene un toque más japonés. No es lo único que la diferencia, sino que además la canta Peter, con un timbre definitivamente feo pero que queda genial, con la voz de Dagmar en un segundísimo plano. Además la melodía es muy extraña, al menos en comparación con el resto de temas, pero con las escuchas acaba haciéndose algo terriblemente adictivo, un hallazgo de belleza en lo grotesco. "Slow Moon's rose", una bonita balada en ritmo ternario que va bien para relajar los ánimos después de "Haiku" y volver a la realidad de un modo más natural. Atención al precioso solo de saxofón.

Tras este disco, Slapp Happy se fusionaron con Henry Cow y sacaron dos discos conjuntos, "In praise of learning", disco de Henry Cow con la colaboración de Slapp Happy y "Desperate straights", disco de Slapp Happy con el apoyo de Henry Cow, un disco mucho más enrevesado y vanguardista, buen disco pero que pierde gran parte del encanto (siempre el encanto) que mostraba aquí el grupo. Después Dagmar Krause se uniría a Fred Frith y Chris Cutler de Henry Cow para formar el grupo de vanguardia Art Bears. En 1980 se editó "Acnal basac noom", lo que hubiera sido ese "Casablanca Moon" original grabado en Alemania. Entre todo este aluvión de acontecimientos, este disco ha quedado perdido como una isla de encanto pop en un mundo de vanguardia y experimentación sonora. Por eso, como amante de este tipo de música que por azares de la vida llegó hasta este disco, me veo obligado a recomendarlo a todo aquel que me lea. Un disco para recordar.

sábado, 19 de abril de 2008

THE STORM - The Storm (1974)


Hoy dedicamos reseña a otro de esos grandes grupos de rock españoles que no gozaron de la suerte que merecían, los sevillanos The Storm. No estoy hablando de uno de esos grupos españoles a quienes miramos con cierta benevolencia por haberse formado en un país y una época donde el rock lo tenía difícil, The Storm tenían la calidad y el potencial suficientes como para poder valorarlos junto a otros grupos de rock extranjeros del momento. Como anécdota significativa, decir que cuando telonearon a Queen en Barcelona el 1974 (lo que daría por haber disfrutado de ese pedazo de doble cartel), los ingleses se quedaron tan sorprendidos que fueron a felicitarles personalmente y se dice que hasta Freddie Mercury les propuso llevarles de teloneros en su gira, pero la idea no se materializó.

Como primera aproximación, The Storm siempre han sido comparados con Deep Purple, y no es de extrañar, ambos grupos se mueven en las mismas directrices (hard-rock, tintes sinfónicos, gusto por las improvisaciones y los solos...) y además se sirven mucho del órgano Hammond, quizás el instrumento con el que más se asocia a los Purple. Musicalmente hablando los cuatro miembros del grupo no sólo son muy buenos músicos sino que suenan perfectamente compenetrados, algo que se nota mucho en los temas instrumentales, donde las melodías y cambios de ritmo fluyen de una forma absolutamente natural. En especial no puedo dejar de destacar el maravilloso trabajo de Luis Genil a los teclados y la excelente guitarra de Ángel Ruiz.

La obra que nos ocupa es su debut, el cual grabaron en tan sólo cuatro horas y media prácticamente en directo. Aún así las condiciones en que se grabó no hacen que el resultado final se resienta en absoluto: el disco suena potentísimo, las composiciones son excelentes (en mi opinión ninguna flojea) y los cuatro tienen oportunidad de lucirse musicalmente. A día de hoy es seguramente mi disco español favorito de todos los tiempos y realmente creo que no desentonaría entre otras pequeñas bandas clásicas anglosajonas.

El contenido del disco puede dividirse en temas cantados más rockeros y cortos y temas instrumentales algo más largos (siendo éstos mis predilectos). Y si algo no se le puede achacar es que comienza de una forma brutal, con mis dos temas cantados favoritos. Para empezar nos encontramos con el adictivo “I’ve Gotta Tell Your Mama”, que tiene un estribillo que me encanta y que merecería ser un single de éxito. A éste le sigue “I Am Dust”, y si ya decíamos que la banda recuerda mucho a Deep Purple, aquí directamente parece que se nos ha colado una canción de los británicos porque el estilo Purple es marcadísimo con el protagonismo que cobra el órgano y sobre todo la voz que en ciertos momentos pega unos gritos al puro estilo Ian Gillan.
El primero de los instrumentales tiene el rockero nombre de “Un Señor Llamado Fernández de Córdoba”, que hace referencia a su mánager. Es un tema excelente donde ya se meten en terrenos más sinfónicos dominados por la improvisación y guiados por el omnipresente órgano de Luis Genil y con otro magnífico trabajo a la guitarra de Ángel Ruiz. No es uno de esos instrumentales en que la banda se mete en caminos de difícil salida para exhibir piruetas musicales, sino que suenan firmes y muy compenetrados musicalmente siguiéndose en todo momento y sin pisarse. Magnífico.
A continuación le siguen tres composiciones que vuelven al estilo rockero más directo: “Woman Mine”, de la cual destaco sobre todo sus pequeños momentos instrumentales dominados de nuevo por el órgano; “It’s Alright”, que recuerda al estilo rockero festivo de “I’ve Gotta Tell Your Mama” y que aquí incluye la novedad de que cantan algunas partes en castellano (aunque la verdad es que las primeras veces que la oí ni me di cuenta); y “I Don’t Know”, que pese a su corta duración cuenta con unos cambios de ritmo y melodía muy conseguidos.
El segundo instrumental es el excelente “Crazy Machine”, en el que pasan de unas atmósferas tenebrosas a otras más jazzísticas y rockeras desembocando en un magistral solo de batería. Sin duda el momento cumbre del álbum junto al primer instrumental.
Y para acabar, otro instrumental que es el único tema sin órgano tal y como anuncia su título: “Experiencia Sin Órgano”, que compusieron en la misma sesión de grabación de forma espontánea mientras improvisaban. Al estar ausente el órgano aquí se basan mucho más en la guitarra, que es quien conduce la canción con un sonido muy hard-rockero.

The Storm crearon un debut excelente y consiguieron hacerse un nombre en la escena rockera underground de la época pero su carrera quedó truncada en gran parte por algo tan estúpido como que tuvieron que cumplir con el servicio militar. Cuando volvieron grabaron otro disco pero ya no era lo mismo, su momento había pasado y ellos se dieron cuenta. Ya no se les recordaba tanto como antes y de todos modos el panorama musical había cambiado mucho en general.
Sea como sea, siempre nos quedará esta magnífica obra, y es que es impresionante comprobar como había por entonces en España bandas capaces de sonar así y con tanto talento. No dejemos que eso se olvide, “The Storm” demuestra que en España se podía rockear bien.

jueves, 10 de abril de 2008

NEIL YOUNG - After the gold rush (1970)



Hay momentos en los que uno se siente agobiado y todo le cansa, le satura. Un disco de Iron Maiden le parece demasiado potente, uno de Genesis demasiado retorcido, uno de Queen demasiado pomposo y, en general, todo disco le parece demasiado algo. Es por eso que discos como este deben existir, porque algunos somos capaces de encontrar en él ese refugio que en momentos así todo lo demás parece negarnos. Un disco que no requiere ningún esfuerzo por parte del oyente, que simplemente se desliza por el oído, y le transmite la sensación de que, no importa si hace un momento estaba escuchando otro disco, o si acaba de llegar de trabajar diez horas seguidas, su música le reconforta y le hace sentir como si se reencontrara consigo mismo.

Existe canciones con la llamada vocación de clásico. Esas canciones como "Smoke on the water", como "We are the champions", que si una persona escuchara por primera vez en el contexto de su disco sin conocerlas de antes y sin saber que son grandes éxitos del siglo XX seguramente pensaría que, gustándole más gustándole menos, pareciéndole mejores o peores, deben ser inevitablemente las canciones más populares y aclamadas de sus respectivos grupos. Porque para trascender no basta muchas veces con ser bueno, sino con saber añadir ese nosequé especial que hace que la música cale en el corazón y en la memoria colectiva. Cuando escucho "After the gold rush", siento eso mismo con cada canción. Todo suena con la naturalidad que tienen esas melodías que si no existieran habría que inventarlas, y que de hecho resulta extraño que alguien no escribiera antes.

No soy un gran experto en Neil Young, no sólo porque tenga muchos discos y sea dificil abarcar toda su discografía, sino porque además me faltan muchas grandes obras suyas por escuchar. No he escuchado "Everybody knows this is nowhere", y apenas he escuchado una vez "Tonight's the night", pero sinceramente, debido a lo que he logrado conecta con este "After the gold rush", dudo mucho que lleguen a entusiasmarme de manera tan honda. Lo que encontrarás aquí es suave y delicioso folk rock. Mucha guitarra acústica, piano, melodías dulces. Un disco relajante como pocos, directo desde el corazón del campo norteamericano, para evadirse mentalmente de la vida de la ajetraeda vida moderna.

Cada canción es una joya en si misma, cada melodía, un prodigio. Cada nota, cada entonación, está en su lugar perfecto. cada armonía vocal realza maravillosamente las líneas melódicas. Yéndonos a uno de los temas menos conocidos, "Birds", tenemos un piano sencillísimo y una hermosa melodía, que toca el cielo con el verso "When you see me flying away without you..." perfectamente armonizado. Y le sigue mi favorita, "When you dance I can really love", algo más rockero que la media del disco, con una melodía extravagantemente genial y con esos crujientes sonidos de guitarra tan característicos en Young y tan ausente en este disco. El disco empieza con la preciosísima acústica "Tell me why", seguida del tema título, una escalofriante canción que bien podría estar entre las mejores a piano jamás escrita. "I believe in you", los clásicos "Only love can break your heart" (qué melodía, joder) y "Southern man", con su tosco y potente solo de guitarra central... ¿Y qué decir de la melancólica versión del country "Oh, lonesome me", donde cada entrada de la armónica provoca profundos escalofríos? Sin olvidarnos de "Don't let it bring you down", un tema humilde que aún así podría ser coreado por miles de personas en un estadio, con un estribillo antológico.


"After the gold rush"
es uno de esos discos totalmente especiales, que sin ofrecer nada que no se haya visto mil veces, acaba por volverse insustituible. Podría extenderme mucho más sobre las cualidades de cada canción, pero es que con una música así, es casi ofensivo. Dudo que Neil escribiera e interpretara estos temas para que nadie los diseccionara con un bisturí.

domingo, 6 de abril de 2008

PESCADO RABIOSIO - Artaud (1973)



Hay gente que es muy injusta con el rock hispano, y que no le tiembla la voz a la hora de calificarlo como una mala copia del rock anglosajón si se limita a inspirarse en los grandes grupos de fuera. Quiero decir: si unos chavales ingleses decieden montar un grupo de blues rock que no aporta nada especialmente revolucionario, pues no pasa nada, pero si unos españoles hacen lo mismo, no habrá quien los acuse de poca originalidad, y por extensión de ser parte de "el problema" del rock hispano, cuando realmente hacen algo tan (o tan poco) reprochable como los ingleses anteriormente nombrados. Pues la gente que piensa así comete a veces graves errores, puesto que hay rock hispano que a lo mejor se isnpira principalmente en lo de fuera, que ni revoluciona nada ni aporta elementos autóctonos, pero que aún así, tiene personalidad. Tiene identidad, un sonido propio, y entrega algo que ningún otro disco anglosajón puede aportar. "Artaud" es eso mismo, un disco que no inventa nada, y que al mismo tiempo, tiene suficiente identidad propia como para justificar su existencia (como si tener grandes canciones no lo justificara lo suficiente).

Luis Alberto Spinetta es un músico de sobras conocido en Sudamérica, pero no tanto en España, sí que hablaré un poco de él. Es una de las grandes figuras del rock argentino, de hecho podría considerarse que su grupo Almendra, junto a Los Gatos y Manal, fueron los padres del rock argentino. A este grupo le siguió Pescado Rabioso, que grabó dos discos "Desatormentándonos" y "Pescado 2". Tras la separación del grupo, Spinetta llevó a cabo la ilícita decisión de sacar un disco en solitario bajo el aspecto del tercer disco de Pescado Rabioso, rodeado de músicos que no tenían que ver con lo que era el grupo. Por aquel entonces se justificó diciendo que le gustaba mucho el nombre del grupo y que lanzarlo bajo su propio nombre le parecía que no tenía gancho, aunque como se vio más adelante, cambiaría de opinión.

La diferencia con los anteriores discos es notable. Mientras que los anteriores eran blues rock con algún tinte progresivo, esto tiene un estilo totalmente distinto. De nueve temas que componen el disco, cinco están grabados sólo por Spinetta, a la guitarra acústica principalmente, aunque también aparece la eléctrica, en algunos temas de manera contundente y poderosa, y en otros pincelando pequeños matices que quedan de auténtico lujo. Aún así no es un disco de canción de autor, o de serlo, no es un disco de canción de autor al uso. Las melodías son extrañas, surrealistas, de alguna manera tratando de acompañar las letras, y en conjunto siento un homenaje al poeta francés Antonin Artaud. Es esto lo que lo convierte en una experiencia única, al menos dentro del rock. Spinetta, al menos en sus mejores momentos, puede ser acusado de todo menos de ser ordinario, y "Artaud" es la obra donde más se distingue del resto, donde de verdad merece el apelativo de único.

"Todas las hojas son del viento" es la canción que da comienzo a la obra. Empieza de manera súbita, con la voz de Spinetta entrando al mismo tiempo que la primera nota de guitarra, con una melodía brusca en las estrofas y delicada en el estribillo. Esta canción tiene su historia, ligada a Cristina Bustamanete. Cristina es su primer gran amor, a la que dedicó el primer éxito de su carrera, "Muchacha (ojos de papel)" de Almendra, y cantó el "Blues de Cris" tras la ruptura. Ahora parece que Cristina está embarazada de otro hombre, y Spinetta le dedica esta canción, deseándole suerte en la nueva vida que le espera, dándole ánimos para poder emprender la tarea de la maternidad de manera correcta.

En este disco encontramos una canción que seguramente sea LA JOYA de Spinetta, quizá (y sólo quizá) unicamente tras "Los libros de la buena memoria" de Invisible, "Cantata de puentes amarillos". Con apenas poco más que la guitarra acústica y su voz se despliegan ocho imponentes minutos de melodías soberbias que aparecen y desaparecen, como lo que es una de las suites progresivas más extravagantes jamás grabadas. La letra, como es habitual en Spinetta, no dice nada y al mismo tiempo lo dice todo, es infalible llenando la mente de imágenes sugerentes, oscuras, que se bastan por si mismas para reproducir en la imaginación de cada oyente cual sería el más perfecto videoclip para el tema.

En el aspecto más rockero del disco tenemos otra gran joya llamada "Bajan", el temás más normal del disco y de nuevo una de las composiciones más perfectas de Spinetta, con un estribillo GRANDIOSO y un trabajo de guitarra eléctrica rebosante de clase. También están "Superchería", con muy buenos cambios de ritmos (yo personalmente adoro la parte más rockera, "Siempre soñar, nunca creer, eso es lo que mata tu amor..."), o el oscuro blues "Cementerio club", que remite perfectamente a ese "Pescado 2". El último tema que me gustaría destacar es la psicodélica "A Starosta, el idiota", donde además aparece un piano que suena delicioso y Spinetta canta con muchísima fuerza en algunos momentos.

"Artaud"
es un disco irrepetible. Un mundo aparte en el que zambullirse de cabeza, y perderse en una sencíllez que nunca deja de revelar nuevos detalles. Una prodigiosa creación que parece no haber terminado nunca de entregar todo lo que puede. Posiblemente, y sin demasiados rivales a tener en cuenta, la obra maestra del rock en español.