sábado, 8 de noviembre de 2008

OUT

Este blog no se actualiza más.

Más explicaciones aquí.

Que les vaya bien bonito.

viernes, 7 de noviembre de 2008

THE VELVET UNDERGROUND - The Velvet Underground (1969)


En general se tiende a recordar a la Velvet Underground por su faceta más vanguardista y rompedora, por su experimentación con el ruido y la distorsión hasta límites inaceptables o por su intento de combinar despiadada poesía callejera con un género tan poco literario por entonces como el rock ‘n’ roll. En todos los libros de historia del rock se les cita como una de las bandas más importantes y revolucionarias de todos los tiempos por los méritos acumulados en sus dos primeros discos. Y tienen razón, “The Velvet Underground & Nico” y “White Light/White Heat” son dos obras maestras absolutamente rompedoras y decisivas que marcarían a cientos de bandas y que abrirían nuevos caminos.
Pero la Velvet Underground no eran sólo eso. Si son una de las bandas más grandes que ha habido no es únicamente por lo que supusieron esos dos discos. Porque después de éstos grabaron otro par de joyas que demostraron algo importantísimo: si se lo proponían, la Velvet podían ser una gran banda de pop-rock.

En 1968, Lou Reed, John Cale, Sterling Morrison y Maureen Tucker se encontraron con que seguían sin despegar comercialmente (la pregunta que yo me hago es qué rayos se esperaban con el tipo de música que estaban haciendo). A eso hay que sumarle las tensiones provocadas por los enormes egos de Lou Reed y John Cale, cada uno envidiando y queriendo imponerse al otro. Pese a eso se habían mantenido durante unos cuantos años porque les unía un propósito común, su forma de entender la música rock y sus ganas de revolucionarla e interpretarla a su manera. Por desgracia su penosa situación económica no hizo más que complicar las cosas y sucedió lo inevitable: Lou Reed echó a John Cale de la banda. El principal motivo parece ser que era que Reed quería encaminar el grupo por otras vías y dedicarse a componer temas de pop sencillos. Sin experimentaciones, sin caos sonoro, sólo canciones bonitas. Con Cale se fue parte del afán experimentador que había caracterizado a la banda además de su famoso sonido de viola. En su lugar entró Doug Yule para ocupar encargarse del bajo y el órgano. Lou Reed tenía el control absoluto del grupo.

Resulta curioso que el paso de una etapa a otra no fuera progresivo, sino que a un disco tan extremo como “White Light/Whie Heat” le sucediera repentinamente una obra tan diferente. “The Velvet Underground” es un disco bellísimo, tranquilo, íntimo y cálido. Una obra en que Reed decide dar un un giro a su carrera y demostrar que en el fondo también era capaz de componer de temas de pop impecables.
Temas como “Candy Says”, “Jesus” o “Pale Blue Eyes” son tan frágiles, tan dulces y cristalinos que transmiten una pureza especial. El primero (que habla de Candy Darling, personaje de la Factory de Warhol que reaparecería en el mítico hit “Walk On The Wild Side”) es el que da inicio al disco demostrando el giro radical que habían tomado. En esta ocasión Reed cede el micrófono a Yule porque tenía problemas con su voz, y cabe decir que el recien llegado hace un muy buen trabajo.
“Jesus”, de una sencillez pasmosa pero efectiva, se basa especialmente en la interpretación vocal de Lou. Resulta bastante desconcertante comparar la letra de esta canción con las del disco anterior. Mi favorito de estos tres es sin duda “Pale Blue Eyes”, una de las mayores joyas del disco. Es una de esas canciones que no se puede explicar racionalmente, simplemente tiene algo, una belleza especial y cautivadora que la hace increíblemente emotiva. La melodía es preciosa pero uno no diría que da para casi 6 minutos de canción sin apenas cambios, pero no le sobra absolutamente nada.

Aparte de “Pale Blue Eyes”, me quedaría con otros dos temas que combinan el sentido melódico del álbum con un tratamiento más rockero. El primero es “What Goes On”, con un ritmo muy marcado, un buen trabajo de Sterling Morrison a las guitarras (que gran guitarrista tan infravalorado) y una contribución asombrosa de Doug Yule al órgano. En directo se atrevían a alargarlo sin miedo hasta abarcar el doble de su duración en estudio. El segundo tema que destaco es “Beginning To See The Light”, una animada composición de un optimismo contagioso inédito hasta entonces en la Velvet.

También encontramos influencias country con “Some Kinda Love” (que me gusta más como suena en directo con un sonido más duro) y momentos más solemnes con “I’m Set Free” (con ese toque de tambores tan típico de Maureen Tucker). Pero el disco guarda dos sorpresas para el final. “The Murder Mistery” es una composición experimental en la línea de los anteriores Velvet Underground, un complejo tema misterioso y enfermizo (sobre todo por ese órgano) en que las voces de los cuatro se solapan unos a otros y que acaba desembocando en una desquiciada melodía de piano sin sentido. En mi opinión es muy bueno pero está muy desubicado en un disco que sigue un estilo totalmente diferente.
Y para acabar esa joyita llamada “After Hours”. En este caso Lou pensó que la canción era tan inocente que no pegaría con su voz, así que pidió a Maureen Tucker que la cantara ella. La batería era tan tímida que aceptó sólo a cambio de cantarla estando sola en el estudio con Lou. Y fuera premeditado o no, eso hizo que lo que habría sido un simple tema corto y simpático se convirtiera en una canción bastante especial y entrañable, fruto de haber unido esta melodía tan inocente con la voz de una Maureen que se nota claramente que está cohibida. Pero eso en lugar de ser un defecto, en este tema es el toque de gracia que redondea la canción.

“The Velvet Underground”, un álbum muy especial y bello de ésos a los que uno acaba cogiendo cariño con facilidad y que puede acompañarte tanto en momentos de melancolía como de felicidad. Uno de mis discos de pop favoritos.

sábado, 11 de octubre de 2008

PINK FLOYD - Atom heart mother (1970)



"Atom heart mother" pertenece a la etapa más oscura de la discografía de Pink Floyd. Esa étapa tras su prometedor inicio psicodélico y anterior a su gran éxito comercial que llegaría de la mano de "The dark side of the Moon". Es por eso que fuera de la gente ya metida en la banda no es un disco demasiado conocido. Influye además el odio que los componentes de la banda parecen tener por la pieza principal del disco, que ha hecho que no sea nunca rescatada para el directo en giras posteriores.

"Atom heart mother" ya fue un disco que consagraba el estilo que más tarde seguirían haciendo Pink Floyd, siendo un nexo entre la experimentalidad de su anterior obra ("Ummagumma") y el sinfónico y relajado "Meddle" que vendría un año después. Los ritmos típicos de Nick Mason, esas voces armoniosas, las raíces blues principalmente gracias a la guitarra de Gilmour y los órganos de Wright sonando más rockeros que nunca antes habían sonado... podría decirse que "Meddle" es un disco que intenta refinar y perfeccionar lo mostrado aquí, pero por su contra, pierde parte del factor experimental y bizarro que aún es latente en este LP.

La cara A del disco está ocupada por "Atom heart mother suite" con sus más de 23 minutos. El tema es un collage de partes bastante distintas, que en un momento dado, la banda decidió que tenía que orquestar. Para ello contaron con Ron Geesin, que se encargó de la orquestación y, en parte, de la composición que acabó de moldear la obra como un todo. Está dividida en distintas partes. La primera, "Father's shout", podría ser vista como el tema principal y sus motivos van apareciendo de vez en cuando por el tema. Es un segmento de unos tres minutos, con un riff cargado de fuerza interpretado por los instrumentos de viento, y con Mason marcando el ritmo de manera impecable. Luego llega "Breast milky", una completa maravilla, más relajada, donde escuchamos un solo de violonchelo absolutamente precioso, con un mágico acompañamiento de teclados y la guitarra de Gilmour, que tarda más en entrar, y suena extraída desde el mismo corazón del blues. "Mother fore", que va desde el mínuto 5 al 10 mantiene el nivel bien alto. Es una parte más atmosférica, donde el peso principal lo lleva un coro que figura acreditado como John Aldiss Choir. Sencillamente sobrecogedora. Del mínuto 10 al 15 encontramos una potente jam bluesera llamada Funky dung, con el órgano y la guitarra en su mejor momento, al estilo de la que encontraremos en la pieza magna de su siguiente disco (y quizá del grupo), "Echoes". "Mind your throats, please" ocupa más o menos del 15 al 19, y es la parte más experimental, donde podemos encontrar unas partes vocales muy originales que en parte me recuerdan a las que usarían los franceses Magma en su "Mekanik Destruktiw Kommandoh". "Remergence", que es la última parte, juega con distintos segmentos ya aparecidos, conduciendo el tema hasta un final apoteósico. Sublime. Espectacular. Divino. Una de las mejores obras del rock progresivo en toda su historia.

La cara B, muy infravalorada, tiene en mi opinión también mucho que decir. Consiste de tres temas, uno compuesto y cantado por cada miembro menos Mason, y un instrumnental obra de la banda que cierra el disco. "If" es una preciosa balada de Waters, basada en guitarra acústica y con la eléctrica de Gilmour y el piano adornando de manera muy delicada. "Summer '68" es mi favorita de este segmento. Es un tema compuesto por el recientemente difunto teclista Richard Wright, una canción pop que se fundamente en el piano y los vientos (impresionante lo que entra tras el segundo estribillo). Una joya, y quizá mi canción favorita aportada por Wright al grupo (que aportaba pocas, pero siempre eran excelentes). Gilmour por su parte termina de definir su estilo personal lánguido y relajado con la balada "Fat old Sun", al servicio de su hermosa voz y su aún mejor guitarra. De este trío es la canción que menos me gusta, pero el final nunca deja de ser sobresaliente, especialmente por el ataque eléctrico que aparece al final del tema. Al que le guste este tema, le remito al reciente disco en solitario de David Gilmour "On an island" (2006), muy bueno en mi opinión. La que resta es "Alan's psychedelic breakfast", una bizarría instrumental, que en mi opinión, en lo menos interesante del disco, aunque se hace muy agradable de escuchar. Además, parecerá extraño, pero me encantan esos sonidos de gotas cayendo, cerillas encendiéndose y demás pormenores. Tengo entendido que cuando interpretaban esta canción en directo realmente reproducián estos ruídos, llegando a freír huevos sobre el escenario. Sus tres partes, la primera guiada por Wright con su piano, la segunda por Gilmour con guitarra acústica, y la tercera por el teclado de nuevo son realmente buenas, especialmente la última, que tiene toda la solemnidad y épica de Pink Floyd en sus mejores momentos, y hacen que estos trece minutos no se hagan aburridos, pero se echa en falta la soberbia genialidad del resto de temas.

En resumen, "Atom heart mother" es un disco genial, incluso dentro de la discografía del mejor grupo de la historia, que podría mejorar únicamente mejorando su último tema, pero tampoco hay demasiado que objetar. Imprescindible.





sábado, 30 de agosto de 2008

THE ALLMAN BROTHERS BAND - Brothers and Sisters (1973)


Perder al líder de un grupo siempre es muy duro, pero más aún si sucede cuando comienzas a catapultar tu carrera. Eso fue lo que les sucedió a los Allman Brothers cuando el guitarrista Duane Allman murió en 1971 en un accidente de moto a la temprana edad de 24 años. Su mitiquísimo directo “At Fillmore East” había sido un éxito de ventas absoluto que había convertido a los Allman Brothers en la banda de rock sureño más grande del momento, pero sin Duane su futuro se encontraba en grave peligro.
Tras acabar de completar el álbum en estudio “Eat a Peach” (el último que contaba con la participación del desaparecido guitarrista) los Allman Brothers se enfrentaron a la tarea de dar forma a su primer disco grabado enteramente sin la presencia de su antiguo compañero. Y salieron airosos del trance creando una auténtica joya llamada “Brothers and Sisters”.

Greg Allman al órgano y, especialmente, Dickey Betts a la guitarra serían los encargados de encauzar a la banda en esta nueva etapa ejerciendo las tareas de composición. Musicalmente, todo el grupo brilla en cada tema del disco y pese a que el magistral trabajo de guitarra de Betts sobresale por encima del resto en más de una ocasión, es justo decir que esta obra es fruto de un trabajo conjunto.
“Brothers and Sisters” es un disco que transmite buen rollo desde esa entrañable portada (que se complementa con una foto desplegable interior en la que se ve a toda la banda junto a esposas, hijos, amigos, perros, etc. posando como si fueran una gran comunidad semihippiosa viviendo en feliz armonía... no importa si eso era cierto o no, va muy acorde con el tipo de música) y que en su contenido se traduce en un agradable sonido sureño con algunos tintes de blues o country en ciertos temas. No sabría explicarlo racionalmente, pero es uno de esos discos con un encanto especial que pone de buen humor al escucharlo. Así mismo, es una obra perfecta para introducirse en el género puesto que siguen sonando a rock sureño pero con unas melodías y temas irresistibles y bastante accesibles, siguen siendo los Allman Brothers pero sin ese sonido de blues-rock tan puro que habían mostrado en su debut o esas largas improvisaciones que había en su famoso directo.

Centrándonos en canciones en concreto, Greg hace tres aportaciones: la inicial “Wasted Words”, “Come and Go Blues” y “Jelly Jelly”. Las dos primeras se basan sobre todo en el juego entre guitarra y teclados (que será en gran parte el sonido que definirá el disco) mientras que “Jelly Jelly” es un intenso blues interpretado con mucho feeling.
Betts nos regala temas como el memorable “Southbound” (que sigue el estilo de los temas de Greg Allman pero con un toque más bluesero y que cuenta con algunos de los mejores segmentos instrumentales del disco) y “Pony Boy”, con un sonido más acústico y country pero dentro de la esencia del disco. Pero lo que destaca sobre todo es “Ramblin’ Man” y “Jessica”, los temas más famosos del disco y en mi opinión muy justamente. “Ramblin’ Man” es el single perfecto de los Allman Brothers, y de hecho fue el tema de más éxito de su carrera. Es una canción que tiene la cualidad de representar el sonido sureño de la banda sonando al mismo tiempo accesible con ese magistral estribillo tan pegadizo y siguiendo un poco las pautas de una canción de rock tradicional dejando la parte instrumental para el final. Por otro lado, “Jessica” es un magistral tema instrumental, mi favorito del grupo. Aquí la banda da rienda suelta a su capacidad de hacer largas jams tomando como base una melodía preciosa sobre la cual van improvisando libremente. Y si alguien dudaba sobre si seguirían en forma en ese sentido sin Duane, no tiene más que darle una escucha a este tema donde suenan todos perfectamente conjuntados y demostrando que en este terreno prácticamente no tenían rival. El momento más maravilloso y especial del disco.

“Brothers and Sisters” acabó siendo su álbum de mayor éxito y la demostración de que podían seguir adelante afrontando la muerte de Duane (a la que se le unió, en mitad de la grabación, la del bajista Berry Oakley). Era la demostración de que pese a que Duane era un músico extraordinario, el resto de la banda eran suficientemente competentes como para poder seguir adelante. Y si además lo demostraron con un disco tan entrañable y de tanta calidad como éste, no cabía duda de que seguían siendo una de las mejores bandas americanas del momento.


lunes, 11 de agosto de 2008

JEFF BECK - Truth (1968)


Hoy toca hablar de uno de los discos más importantes e influyentes de la historia del rock. Y es que, aunque no sea tan conocido como los debuts de Led Zeppelin o Black Sabbath, “Truth” fue una de las obras más decisivas en la creación de lo que sería el germen del heavy metal. Antes que los dos grupos mencionados anteriormente, Jeff Beck ya había comenzado a endurecer su estilo de blues-rock acercándolo cada vez más a lo que se denominaría hard rock. Cabe decir que tanto Zeppelin como Sabbath llevarían eso al extremo, al hard-rock puramente dicho, mientras que Jeff Beck todavía no se atrevía a apartarse demasiado del blues-rock, pero el primer indicio se encuentra aquí.

La carrera de Jeff Beck en solitario comenzó cuando éste decidió abandonar a los Yardbirds. Tras un par de singles, decidió formar The Jeff Beck Group reclutando a unos cuantos músicos desconocidos de formación blues: Micky Waller a la batería, Rod Stewart como cantante y Ron Wood al bajo. No sé que fue de ellos después de romper con Beck. En todo caso la gran estrella del grupo junto a Beck es Rod Stewart, quien ejerce soberbiamente el papel de bluesman cantando con una fuerza e intensidad que pocas veces igualaría a lo largo de su carrera (tal es así que en el segundo disco con esta formación Beck le hace la pelota acreditándole como “Extraordinaire Rod Stewart”).

Sin embargo, el Jeff Beck Group tenían un talón de Aquiles que les repercutiría muy negativamente: una ausencia casi total de composiciones propias. Ello se debía en gran parte a la falta de tiempo para sentarse en un estudio a componer, ya que se pasaban la vida en la carretera dando conciertos y el disco que nos ocupa lo grabaron en tan sólo 2 días. Los únicos temas propios (compuestos por Rod Stewart y Jeff Beck) son la potentísima “Let Me Love You”, que muestra a la perfección ese estilo de blues-rock endurecido dominado por la bestial guitarra de Beck y que incluye un “diálogo” entre Rod y guitarra que luego sería tomado por otros coetáneos como Deep Purple o Led Zeppelin para sus directos; la bluesera “Rock My Plimsoul” y la extensa y atmosférica “Blues De Luxe”, donde el protagonismo recae en un pletórico Rod Stewart y en Nicky Hopkins al piano (que también aparece como invitado en bastantes temas del disco).

Pasando al resto, el disco se abre con un tema de los Yardbirds, “Shapes Of Things” que tocan con un sonido más duro y guitarrero y que a mí personalmente me gusta más que el original. Mi favorita del disco es la oscura “Morning Dew” que cuando llega a su apoteósico clímax me pone los pelos de punta con la guitarra de Beck luciéndose con el wah-wah y Stewart cantando con muchísima energía y entrega.
Pasamos al blues “You Shook Me” del cual su versión más famosa es la que harían Led Zeppelin en su debut unos meses más tarde. Aunque me quedo con la de los Zeppelin, esta versión no se queda corta y tiene el añadido del exquisito piano de Hopkins. Su interpretación del “Ol’ Man River” también es muy remarcable, basándose sobre todo en la atmósfera y cediendo el protagonismo a la voz de Stewart y a Keith Moon como invitado estrella a la percusión. Y es que aunque recurren a muchas versiones cabe reconocerles el mérito de no quedarse en opciones obvias o estancarse en estándares del blues, y como ejemplo de ello tenemos el breve paréntesis que supone el tradicional “Greensleves”, tocado a la guitarra acústica de forma preciosa.

Y para acabar, dos de los momentos más grandes y míticos del disco. El primero es la soberbia “Beck’s Bolero”, inspirada en el Bolero de Ravel y compuesta por Jimmy Page. El tema se grabó en una sesión que tuvo lugar poco después de que Beck dejara los Yardbirds en la que participaron Jimmy Page, John Paul Jones, Nicky Hopkins y Keith Moon. Se basa en un ritmo marcado llevado por las guitarras acompañadas del piano y la batería que repentinamente acaba desembocando en un alarido de Keith Moon tras el cual se convierte en un intenso tema de heavy metal con la batería desbocada (ya conocen al bueno de Keith) y las guitarras de Page y Beck batiéndose en duelo. Descomunal.
El segundo es “I Ain’t Superstitious”, un blues de Howlin Wolf con un riff de guitarra inolvidable y una interpretación de Beck que le permite lucirse por completo. Quizás es el tema del disco con más madera de single.

Y éste es “Truth”, uno de los mejores discos de blues-rock de finales de los 60. Es cierto que la mayoría de temas son versiones pero hay que decir en su favor que las llevan todas a su terreno y las adaptan con mucha libertad, con lo cual no es un simple corta-y-pega sino que es un disco con mucha personalidad donde los cuatro músicos tienen el protagonismo absoluto.
Tras este disco, esta formación del Jeff Beck Group grabarían otro discazo llamado “Beck-Ola” que sigue más o menos las misma directrices que éste. Después del “Beck-Ola” la banda se disolvió (no se llevaban demasiado bien entre ellos), Rod y Ron formaron The Faces y Beck tuvo un accidente automovilístico que le tuvo fuera de escena un buen tiempo. Cuando volvió al mundo del rock fue siguiendo otro camino. Esta obra maestra y “Beck-Ola” son lo único que tenemos de lo que podía haber sido una superbanda potentísima que podía haber dado aún más de sí. Una lástima.

viernes, 8 de agosto de 2008

CREEDENCE CLEARWATER REVIVAL - Green river (1969)



Creedence Clearwater Revival es algo que escapa a todo entendimiento. Ni su estilo era original, ni rompedor. Ni sus músicos era virtuosos, incluso a veces llegaban a ser toscos. Ni sus melodías eran demasiado originales. Siendo así objetivos, fríos, la verdad es que este grupo no tiene nada. Rock and roll con raíces americanas, así de lo más tipicón. Pero entonces, ¿a qué debe su éxito?¿Por qué es uno de los grupos de rock más queridos a lo largo de distintas generaciones?¿Cómo han conseguido que tantas canciones suyas, concretamente, y no de otros tantos grupos se hayan convertido en clásicos míticos del siglo XX?

Está claro que estas canciones tienen algo, y que cualquier que realmente ame el rock no puede permanecer impasible ante un disco así. La banda sigue perfeccionando el estilo ya mostrado en sus dos primeros discos: rock muy melódico, con fuertes raíces en el folk américano, sonido muy blues, bigotes, camisas de pana y vaqueros raídos. Con esta descripción, uno se ahorraría decir cualquier cosa más sobre el disco, pero como he de dar ejemplo a mis vagos e irresponsables subordinados, me explayaré un poco más.

Si te iniciaste en este grupo con un recopilatorio (como el fantástico "Chronicle"), te toparás luego con que los discos de estudio son bastante cortos y que del recopilatorio seguramente conocerás la mitad de casi cada disco. Sin ir más lejos, yo conocía ya cuatro canciones de éste (y tiene nueve). Estos clásicos son: la inicial "Green river", un tema de rock and roll muy clásico y con un riff muy característico; "Conmotion", que lleva una onda más de blues antiguo, pero acelerado y con sonido rock, y siempre fue de mis favoritos del grupo; "Bad moon rising", posiblemente el tema más famoso del disco, que es la canción más pop y radiable del LP, y posiblemente de la banda; y la preciosa balada "Lodi", con buenísimos licks de blues. Al contrario que en otro discos, como "Bayou Country", donde veo que los temas más míticos destacan por encima del resto, aquí el disco está bastante más equilibrado, y en general es mejor disco.

Hay dos temas de blues rock oscuro y amenazante, como "Tombstone shadow", con un fraseo muy típico del blues, y el más pesado "Sinister purpose", un tema muy bueno e infravalorado. También tenemos otro blues, esta vez más alegre y ligero, llamado "Cross-tie walker", y para el final dejo las dos mejores de estos temas más "ocultos": "Wrote a song for everyone" es una balada lenta que está entre los mejores temas de este tipo de CCR, al menos no me parece peor que "Lodi" (que no es poco), y tiene un estribillo especialmente emocionante. Y el disco termina con una versión del clásico "The night time is the right time" de Ray Charles, no radicalmente distitno al tema original, pero sí con el poderío rockero de Fogerty y los suyos añadido.

"Green river" es un disco tan sencillo y carente de artificio y espectacularidad, que de básico, adquiere la cualidad de que cualquier oyente de rock puede conectar con él, y por eso mismo, es imprescindible en una buena colección.

Ah, y que sean bienvenidos los 60 a The Golden Age of Rock and Roll


domingo, 3 de agosto de 2008

FREEDOM'S CHILDREN - Galactic vibes (1971)



Durante buena parte del siglo XX, Sudáfrica fue un país elevado a la categoría de paria en la política internacional, debido a su política de segregación racial. Vale, que aquello estaba mal, pero no era razón para satanizar a todos y cada uno de los sudafricanos blancos. Pero no pensaba así buena parte de la sociedad británica de principios de los setenta, por lo visto. Así pues, cuando esta banda emigró desde el sur del continente africano al Reino Unido, se encontró gran rechazo a su paso, y los únicos conciertos que podián dar eran prácticamente clandestinos. Sumémosle a ello que Freedom's Children no eran precisamente lo que la conservadora sociedad sudafricana de la época buscaba, siendo incluso vetados de las radios. El resultado es que este grupo se vio en tierra de nadie, sin poder llegar a buen puerto.

"Galactic vibes" es el tercer disco de Freedom's Children, y bien podría haber elegido para esta revisión cualquiera de sus otros dos discos, "Battle hymn of the broken hearted horde" (1968) o "Astra" (1970), pero me decidí al final por este por una simple razón: es el único de los tres que he escuchado.

Mayormente, este disco es una importante dosis de rock psicodélico garajero y muy bruto, con distorsión a saco. Poderoso rock duro bluesero pasado por un filtro abrasaoídos. En algunos temas, es la fórmula menos original del mundo, pero en mi opinión, talento les sobra, y se materializa esto en unos temas muy buenos. Siete canciones, todas ellas originales del grupo, seis temas nuevos y uno de ellos una versión en directo de un tema de "Astra".

La tónica general del disco es la ya mencionada, de hard rock ácido, como muestra el primer tema "Sea horse". Esto incluye al tema en directo, "The homecoming". Aquí es donde yo pongo una pega, puesto que la canción es muy buena, pero incluye un larguísimo solo de batería, que vale, es bueno, pero tampoco es una cosa alucinante, y el hecho de que la claven en el segundo lugar del disco me parece cuanto menos, desafortunado. Se nota claramente que es un intento por rellenar minutaje. Tampoco es que me queje amárgamente, pero es algo que resta fluidez al disco.

Por otra parte, tenemos dos canciones en una onda más light, dando más importancia a los teclados, que suena incluso sinfónico. El primero de ellos, "Fields and me", es un tema bucólico, con una onda muy folk, muy sesentero. El otro es el que cierra el disco, "About the dove and his king" es más oscura, e incluye toques orientales, al estilo de algunos temas de Aphrodite's Child.

A mitad de camino entre ambas está la mejor canción del disco "1999", un tema pop, que incluso suena a crooner, pero interpretado con mucha distorsión y ácido a espuertas, cantado a medio camino entre lo convincente y lo paródico. Una pequeña joya oculta del rock psicodélico.

No digo que "Galactic vibes" sea una obra maestra, pero es un ejercicio de género de lo más interesante, y que yo personalmente, escucho con muchísimo agrado cuando me apetece revisitar la mejor época del rock.

sábado, 12 de julio de 2008

CANNED HEAT - Future Blues (1970)



Canned Heat es una banda americana que tuvo su origen en dos auténticos entusiastas del blues como eran Bob Hite (apodado “El Oso”, adivinen por qué) y Alan Wilson, que decidieron pasar de coleccionar álbums de blues a interpretar ellos también esa música. A finales de los 60 consiguieron dar forma a ese proyecto creando un grupo de rock de marcadas influencias blues que destacaba sobre todo por sus potentes directos que incluían extensísimas jams. Su momento de auge vendría con los festivales de Monterey y Woodstock, donde sus actuaciones les harían por fin famosos.

Aunque su hábitat natural era el escenario, Canned Heat también crearon grandes discos de estudio como el fabuloso “Boogie With Canned Heat” o éste que nos ocupa. Su estilo era un boogie austero, donde las referencias a sus raíces blueseras estaban siempre presentes y predominaban solos de guitarra más bien rudos (aunque no por ello descuidados) que en directo se alargaban hasta desembocar en auténticas jams de blues.
Hablar de una formación clásica en el caso de este grupo es algo peliagudo, puesto que fue una banda muy inestable en ese sentido (hoy en día el único miembro de esta época que queda es el entrañable batería Fito de la Parra), pero lo más parecido que tuvieron a eso se encuentra en este disco: Bob Hite como cantante, Alan Wilson como cantante y guitarrista, Harvey Mandel a la guitarra, Larry Taylor al bajo y el ya mentado Fito a la batería. Con esta agrupación consiguieron el éxito y crearon sus temas más legendarios, pero no duraría mucho ya que éste sería el último disco que grabaron con esta formación (Taylor y Mandel se irían con la banda de John Mayall y Alan Wilson fallecería poco después).

“Future Blues” es un disco que sigue el mismo estilo de boogie que sus obras anteriores pero con el pequeño matiz de que en algunos temas se atrevieron con un sonido algo más duro de lo normal acercándoles levemente al hard-rock de la época.
En mi opinión una de las mayores cualidades que encontraremos aquí es que es un disco en que podemos disfrutar del estilo de Canned Heat con ciertos matices diferentes entre temas. No es que sea un disco heterogéneo, pero en “Future Blues” consiguen mostrarnos diferentes enfoques que podían darle a su sonido particular sin salirse nunca de sus pautas personales ni por supuesto de sus intocables influencias blueseras.
Así pues, el tema que abre, “Sugar Bee”, muestra a los Canned Heat orientados hacia el blues-rock tradicional ayudados por unos magníficos solos de armónica. A éste le sigue “Shake It And Break It”, con un sonido más suavizado (que recuerda en estilo a su mítico tema “Goin’ Up The Country”) que retomarán aunque con un tono algo más rockero en el tema homónimo del disco . La versión que hacen a continuación de “That’s All Right Mama” resulta irreconocible si nos basamos en la famosa interpretada por Elvis, ya que ellos optan por desarrollarla de forma más lenta y pesada.
El siguiente tema es uno de mis favoritos, “My Time Ain’t Long” (desafortunado título teniendo en cuenta que su compositor, Alan Wilson, no tardaría en morir) donde las guitarras hacen maravillas. La primera parte del tema recrean un sonido hipnótico y continuo, al cual le sigue al final un inesperado y desbocado solo de guitarra. Siguiendo con la premisa de mostrar todos los matices a los que puede llegar el sonido Canned Heat, en el divertido tema “Scat” hacen un homenaje al jazz con la inclusión de instrumentos de viento a lo “big band”, una mayor presencia del piano, pequeños solos de bajo y batería y, por supuesto, el uso de la técnica vocal mencionada en el título para cantar. Cojonudo.

Pasamos entonces a los mejores temas del disco, empezando por el clásico “Let’s Work Together”, seguramente el tema más mítico de la banda junto “On The Road Again”. Aquí es donde se notan más que nunca los matices hard-rockeros con ese sonido tan endurecido de guitarras. El gran punto fuerte del tema es la melodía vocal absolutamente pegadiza que lo convertía en un hit potencial.
“London Blues” tiene un inicio enigmático que da paso al momento más puramente bluesero de todo el disco. Un blues irresistible y con mucha clase en gran parte gracias a los teclados (tocados por Dr John). Todo un homenaje a los clásicos del género hacia los que tanta devoción sentían.
Y por último, si hemos repasado todas las facetas constituyentes del sonido Canned Heat, el avispado fan habrá notado que falta una muy importante que define al grupo. Nos falta un boogie de esos lleno de improvisaciones y solos de guitarra. El fabuloso “So Sad” es el tema que llena este hueco: un tema extenso donde toda la banda se luce por completo poniendo a prueba su potencial con extensos interludios instrumentales que a algunos se le harán interminables pero que a los fans nos parecen maravillosas. Además al durar sólo 8 minutos (en directo podían estarse así un cuarto de hora fácilmente) sirve como ejemplo resumido de lo que eran sus jams.

Tras este repaso creo que lo único que me queda por decir para acabar la reseña es citar a Bob Hite y decir “And don’t forget to boogie!!”.


miércoles, 2 de julio de 2008

RASPBERRIES - Raspberries (1972)



Cuando se empieza así no hay nada que decir. "Raspberries" empieza con un riff chulísimo, de puro rock and roll del tipo de los Rolling Stones. Y cuando empiezan a cambiar, la cosa cambia. Las melodías son empalagosas, en la tradición de los sesenta, pero la vigorosa y potente base ahí se mantiene y hace de "Go all the way" un pequeño clásico olvidado de los años setenta, que parecen revivir cada vez que alguien hace sonar este tema.

Raspberries sacaron cuatro discos entre 1972 y 1974, de los cuales por ahora sólo he escuchado este, su debut, y no me cuesta demasiado decir que me gustan todos. Parece ser de esos grupos que uno no tiene prisa por escuchar porque sabe que no van a decepcionarle con un 0,1 % de error, y estos refugios, por más que puedan ser abundantes en el rock clásico, no deja de ser una gran alegría encontrar uno de ellos.

"Come around and see me"
y "I saw the light" siguen con esas melodías tan especiales, que beben tan directamente de los Beatles, de los Hollies, de los tiempos en los que el término pop no era entendido por mucha gente como música facilona de usar y tirar, en un formato más acústico, incluso folk por momentos. Con "Rock & roll Mama", como indica su nombre, se acercan a un estilo más rockero. Pese a que podría decirse que suenan, simplemente, a su tiempo, no logran que me saque de la cabeza a Jagger, Richards y compañía. Es un excelente tema alegre, no demasiado cañero, comedido, que sin grandes alardes te hace mover el pie y las caderas sin que llegues a dar cuenta.

Siguen los contrastes en este disco con "Waiting", una balada de piano que quizá empalaga un poco por los arreglos de cuerda, que pese a todo no están añadidos con mal gusto. "Don't want to say goodbye" es otra balada que viene a continuación, y tiene un acompañamiento similar basado en cuerdas, aunque está interpretada por toda la banda y el estilo recuerda a Elton John.

Bastante más afortunados son los arreglos orquestales, para los cuales el productor se inspiró en Phil Spector, para el tema "With you in my life", que sigue, aún siendo la banda estadounidense, la mejor tradición del brit-pop sesentero de los Kinks. "Get in moving" es el otro tema claramente rockero del disco, de corte similar a "Rock & roll Mama". Aunque se agradece la variedad del disco, creo ciertamente que es en temas así donde encontramos lo mejor de los Raspberries, al menos en su debut. Las hermosas melodías resaltan más acompañadas de potentes guitarras que tratando de sostener el tema ellas solas y los solos de guitarra son bastante buenos, y en temas así es donde mejor lucen.

El disco termina con un tema largo y épico, "I can't remember" que dura unos ocho minutos. Un tema que sigue los clásicos patrones de empezar como una balada e ir adiquiriendo mayor potencia, que pese a todo es bastante efectivo. No acaba de parecerme la pieza definitiva del disco, pues me posiciono más junto a otros temás más directos, pero no deja de ser una gran canción.

En general "Raspberries" puede no ser un disco impresincible, pero sí altamente aconsejable para los enamorados de la música de los setenta, etiqueta que supuestamente engloba a la gente que espero que lea este blog. Me gustaría dar un par de curiosidades para terminar: la primera es que supuestamente, es la primera banda para la cual la prensa utilizó la etiqueta power-pop. La otra es que uno de sus componentes, Eric Carmen, tuvo un importante single en solitario llamado "All by myself", que más tarde popularizó Celine Dion. Sí, es como lo que pasó con "Without you" de Badfinger y la versión de Mariah Carey. Si es que el power-pop está maldito.

sábado, 21 de junio de 2008

FLEETWOOD MAC - Rumours (1977)


Por si alguien no lo sabe, “Rumours” es uno de los mayores gigantes de la historia del rock, uno de esos discos que salieron a mediados de los 70 que tuvieron un éxito tan astronómico que hizo que muchos se dieran cuenta a esas alturas de que el negocio del rock realmente podía mover muchísimo más dinero del que habían imaginado. Uno de esos colosos como “Hotel California”, “Peter Frampton Comes Alive” o el debut de Boston que llevaron el rock de masas al límite. No sólo eso, sino que “Rumours” es uno de los casos más inauditos y extremos de segundo renacimiento de una banda que se suponía que ya había pasado su momento de gloria.

Repasemos brevemente lo que sucedió antes de este disco. Fleetwood Mac nacen como una banda de blues-rock liderada por el guitarrista Peter Green y que tuvo bastante éxito en Reino Unido a mediados-finales de los 60. Con el cambio de década, Peter Green pierde la cabeza (demasiado LSD) y acaba dejando la banda aquejado de esquizofrenia. El otro guitarrista, Jeremy Spencer, acabaría desapareciendo también poco después sin dar explicaciones (luego se enteraron de que se había unido a una secta).
Fleetwood Mac se convirtió en un grupo en el que no paraban de entrar y salir músicos de un disco para otro y que sólo mantenía como miembros originales al batería Mick Fleetwood y al bajista John McVie, al que luego se les añadiría como miembro fijo la esposa de éste último, Christine, a los teclados. La banda por entonces ya se había alejado del blues-rock clásico de sus inicios y probaba suerte con diferentes estilos. El paso decisivo lo darían cuando decidieron incorporar a sus filas a un dúo de pop formado por el guitarrista Lindsey Buckingham y su novia, la cantante Stevie Nicks. Poco podrían imaginar que esta formación llegaría a triunfar de la forma que lo hicieron.

El problema que plantea para muchos este disco es que se supone que es una traición a los Fleetwood Mac tradicionales. Ya saben la historia: si una banda que en sus inicios hacían blues-rock auténtico de repente se pasan al pop y arrasan, se les ha de llamar vendidos y decir que sus mejores discos eran los primeros, antes de hacer famosos. Pues dejémonos de idioteces, "Rumours" es una auténtica joya, lo cual está por encima de si se vendieron o perdieron la autenticidad y demás chorradas. “Rumours” es uno de los discos de pop más inmaculados que he tenido el placer de escuchar, no me extraña que tuviera tanto éxito porque realmente es un disco que da gusto escuchar, no sólo por su producción y estilo sino por la calidad de sus composiciones.

Pero antes de pasar a las canciones cabe tener en cuenta otro elemento importante, y es que en el momento de su grabación las dos parejas que formaban el grupo estaban en proceso de ruptura y divorcio. Es decir, el disco se grabó en un clima de tensión asfixiante puesto que tenían que mantenirse unidos entre ellos aunque no se soportaran si querían sacar adelante la banda (“You would never break the chain”), y de hecho la mayoría de letras hablan sobre esa situación que estaban viviendo de forma velada... o no (“You Can Go Your Own Way”).

El disco abre de forma optimista con un tema de Buckingham de pop reluciente como es “Second Hand News” que ya nos demuestra su facilidad para crear estribillos pegadizos. El guitarrista y cantante aporta también el sencillo tema acústico “Never Going Back”, donde se defiende él solo con la guitarra, y el que es uno de mis temas de pop favoritos de todos los tiempos: “Go Your Own Way”. Cada uno de los tres compositores del disco tuvo su propio single de éxito, éste fue el de Buckingham, y debo decir que merecidamente. Es una canción de pop absolutamente perfecta, y lo es por algo tan simple como tener una de las mejores melodías que he escuchado. A los que la tengan muy quemada de oírla en la radio (por suerte no es mi caso) quizás no les entusiasme tanto por la sobreexposición pero para mí éste es uno de mis estribillos favoritos que (pese a lo que dice en realidad la letra) desprende buen rollo, felicidad y ganas de cantar. “Go Your Own Way” es pop comercial, pero es pop comercial de excelente calidad y hecho con muy buen gusto.

La cantante Stevie Nicks tuvo su momento de gloria con “Dreams”, el single más exitoso del disco. Esta tema más pausado se basa prácticamente sólo en la sugerente base rítmica (irresistible ese bajo) y en la voz de ella, que sin ser una cantante que me encante aquí tiene algo especial que me encandila. “I Don’t Want To Know” sigue más el estilo del resto del disco y recuerda a los temas de su marido (¿o exmarido?) al tener un ritmo más animado y directo. Pero para mí su gran joya es el tema que cierra el disco, “Gold Dust Woman”. Si en algo supone esta obra un avance a su anterior disco (el primero que grabaron con esta formación) es en que Fleetwood Mac consiguieron aquí crear temas más oscuros como los dos que cierran el disco. Éste tiene un aire tenebroso inquietante que rompe por completo con sus otras aportaciones y que acaba de redondearse con ese final tan extraño y casi apocalíptico. Maravillosa.

En cuanto a Christine McVie, ella es la autora del que quizás sea el tema más famoso del grupo: “Don’t Stop”, la clásica canción que casi todos conocemos de oídas aún sin saber de quien es. Aquí cede el micrófono a Buckingham en este tema de pop contagioso que se basa sobre todo en ese infalible estribillo que estaba destinado a triunfar. Además Christine aporta la intimista balada a piano “Songbird”, el pegadizo “You Make Lovin’ Fun” (con una base de teclados machacona que funciona perfectamente y en la que la participación del resto de la banda es fundamental con la base rítmica y el solo de guitarra) y el tema más oscuro “Oh Daddy”, que crea junto a “Gold Dust Woman” un final bastante tenebroso para lo que se supone un disco de pop de FM.

Por último me dejo el mejor tema del disco y el único en el que todos participaron en su composición: la maravillosísima “The Chain”. Un tema bastante extraño que tiene dos partes bien diferenciadas. En la primera, la inquietante melodía sigue un ritmo muy marcado por la batería y los coros de toda la banda, que cantan sobre la necesidad de mantenerse unidos para no romper la cadena. De ahí se pasa a otra parte compuesta por John McVie y Mick Fleetwood que comienza con una marcada línea de bajo a la que se le acaba sumando la batería y finalmente la guitarra y los coros que hacen desembocar el tema en un final frenético.

Un tema demasiado raro y complejo para lo que muchos califican como un simple disco de pop de radiofórmula. Pero el mérito de “Rumours” no está sólo en sus temas más oscuros e inusuales que rompen con el típico pop que se espera de ellos, la grandeza de “Rumours” es que es un disco que dignifica lo que se conoce como pop de radiofórmula. O en otras palabras, es una obra maestra que demuestra como la comunión entre calidad y público no es en absoluto imposible.

miércoles, 18 de junio de 2008

THE CLASH - London calling (1979)



Siendo sinceros soy un indocumentado. Ni estuve ahí cuando salió este disco, ni alcanzo a saber su verdadera repercusión. Vale que es un clásico, pero la gente gusta mucho de deformar la realidad. Que los hay que te pintan el lanzamiento de tal o cual disco como si hubiera sido la segunda venida de Jesús y luego no pasó de ser un acto marginal que se fue revalorizando con el tiempo. Por eso, sinceramente, no voy a
decir que "London calling" cambió el Mundo desde su concepción. Lo que no se puede negar es que el tercer disco de The Clash es, a día de hoy, imprescindible para entender la historia del rock.

La portada dice mucho por sí sola. El disco es clásico, pues esas letras son un claro homenaje a los antiguos discos de rock and roll (mirar mismamente el homónimo LP de Elvis Presley), y la foto que en ella se muestre incita a la revolución, a la rebeldía. Una portada que se ha convertido en todo un icono de la música punk.

La cuestión es que, uno se pone en la piel de los que escucharon este disco en su momento y, joder, cuesta imaginar lo que debió suponer encontrarse con el tema "London calling". ¿Exáctamente que es este tema?¿Punk?¿Pop?¿Ska? Un tema sencillo y al mismo tiempo muy rompedor, que se adivina clásico desde la mítica melodía de bajo que resalta por encima de las machaconas guitarras. Este himno del punk rock aborda el tema del no-futuro de una manera bastante más inteligente que los Sex Pistols, y en mi opinión, también más efectiva.

"The ice age is coming, the sun's zooming in
Meltdown expected, the wheat is growing thin
Engines stop running, but I have no fear
'Cause London is drowning, and I live by the river"


Aunque "London calling" no es simplemente un manifiesto pesimista sobre la decadencia del mundo, que va. "London calling" lo es todo. Es un disco agresivo, alegre, emotivo, frívolo, que ha hilando todo tipo de emociones a partir de distintos estilos, ya sea mediante un rock cincuentero, un ska o un power-pop. Una vez leí que "London calling" es el disco blanco de finales de los setenta, y pienso que hay mucho de cierto (y además fue igualmente doble, aunque en CD pasó a ser un solo disco de poco más de una hora).

Si bien no todas las canciones son igual de apoteósicas, el disco mantiene una increíble fluídez porque los temazos espectaculares abundan y están bien distribuídos. Poco después del comienzo ya encontramos con "Jimmy Jazz", un tema espectacular de raíces blues pero pasado por el toque de The Clash, con excelente aportación de los instrumentos de viento que aparecen en muchos momentos del disco. "Rudie can't fail" es un tema bailable de aires soul y reggae con un ritmo envidiable, que por si mismo valdría para destacar a The Clash sobre el resto de grupos punk jamás existidos. Y también encontramos en la primera mitad la mágica "Spanish bombs", un pop-rock acelerado con una melodía de cinco estrellas, mítico tema inspirado en la Guerra Civil Espñola donde se canta algún verso en español de manera bastante ridícula, que sin embargo no alcanza de ninguna manera para destrozar el tema, tal es su emotividad y grandiosidad.

Ya sobre la mitad del disco encontramos el reggae "Guns of Brixton", el tema más descaradamente jamaicano del disco. No he escuchado apenas reggae, pero ante un tema así, siento que no necesito escuchar más para decir que esta es la mejor canción del estilo. Buen, junto a "Concrete jungle" de Bob Marley. La estrella del tema es el bajo, porque aunque el juego de guitarras es buenísimo, la hipnotizante línea de cuatro cuerdas capta la atención del oyente durante todo el tema. "Death or glory" es uno de los temas más especiales de The Clash, un tema de puro rock clásico, con un riff potentísimo de la escuela de los Rolling Stones. Y ya más cerca del final encontramos "Revolution Rock", un ska clásico capaz de animar a cualquiera, y cierra el disco "Train in vain", un tema que mezcla un ritmo casi funk pero con una armónica bluesera que da distinción al tema.

Entrelazados con estos grandes temas, encontramos otros muchos, igualmente muy buenos y que aportan aún más variedad al disco. Yo he destacado estos. Otra persona destacaría otros seguramente, porque este es uno de esos discos en el que cada tema tiene su encanto especial y si le dijeras a dos personas que eligieran diez temas para hacer un álbum simple, más allá de dos o tres elecciones obvias, el resultado sería posiblemente muy distinto. "London calling" es un disco imprescindible. Escúchalo ya. Y si no te gusta, escúchalo otra vez. Y otra. Hasta que lo ames.





viernes, 6 de junio de 2008

ELLIOTT MURPHY - Night lights (1976)



Quizá Elliott Murphy sea un segundón. Su popularidad es relativamente poca, y pocas veces será mencionado en las listas de grandes compositores del siglo XX, junto a John Lennon o Lou Reed. Quizá su estilo sea poco personal, sea simplemente, un cantautor al uso. Sin embargo, hay algo. Este hombre tiene un magnetismo irresistible. Desde oír su cálida voz decir cualquier verso, hasta su resplandeciente presencia en el escenario, con su eterna sonrisa y su porte caballeresco.

Es por eso que su música genera una simpatía dificilmente igualable, una sensación que hace dificil admitir que una canción no te gusta aunque, efectivamente, no te guste. Pero Elliott Murphy no es sólo fachada. Además graba música, y ciertamente buena. Tiene muchos discos de los cuales no he escuchado todos, pero en los setenta este tipo estaba bastante inspirado (y aunque no sé como ha evolucionado su carrera, en estos últimos años está haciendo también cosas bastante buenas). "Night lights" es su tercer disco, y un perfeccionamiento de lo que venía haciendo con sus anteriores, "Aquashow" y "Lost generation". "Night lights" quiere decir cuarenta minutos de excelente canción de autor, con influencias de grandes como Bob Dylan o Lou Reed, así como maravillosos arreglos instrumentales y marcado sabor pop e incluso glam.

Es un disco hecho para gustar de primeras. Aunque este hombre tiene textos excelentes, no es necesario entender sus letras, pues su música se sustenta por si sola, el entendimiento de estos temas va por encima de lo que sus líricas pretendan decir. Basta enchufar cualquier tema y cerrar los ojos para imaginar exactamente lo que sugiere el título del disco: la gran ciudad, ambientes oscuros, marginales, pero no desde el punto de vista de la decadencia, la drogadicción y el puterío del que hablaría Lou Reed, sino desde el alegre vividor, aquel que sabe hacer suya la noche y luego narrarla para hacernos sentir parte de ella.

No hay nada como el IMPRESIONANTE himno "Diamonds by the yard" para comenzar el disco. Abrimos los ojos, despertamos en Nueva York al atardecer, y mientras el sol cae, las luces de la noche nacen. Y Elliott se presenta:

"As I lay down with my lady
The sounds of the night keep me warm
I'm living a city life - I'm living maybe
But tonight there's no reason to be strong"


El ritmo repetitivo sustenta un tema que crece en potencia continuamente, hasta llegar a la mágica estrofa que abre con uno de los más memorables versos que escribió Murphy:

"Somewhere in these night lights lies the answer
And you can get diamonds by the yard
A tiffany dream - A porcelain dancer
An old man playing blues guitar"


Este es el mundo que quiere mostrarnos. El mundo al que pertenece. El mundo que ama. Y es que "Diamonds by the yard" no es sino una canción de amor, amor a un estilo de vida, el estilo de vida de los despreocupados, de los que no piensan en el mañana, de los que saben apreciar los pequeños placeres de la vida: un vaso de whisky con una buena conversación, una actuación musical en un rincón oscuro de alguien por quien nadie más que tú daría dos duros, el permitirse fantasear durante dos minutos con la atractiva mujer virtualmente inaccesible que está apoyada en la barra.

"Midnight I surrender
I live beneath your ancient spell
You've been my lover since I can't remember
You save my life with the stories you tell"


Y Elliott nos toma de la mano y nos lleva a bailar. Estás en un lugar amplio, lleno de gentuza. Algunos son negros, otros son irlandeses. Otros no parecen de ningún lugar del que hayas oído hablar. Pero por gentuza que sea, estás seguro entre ellos. Estás ahí para hacer el "Decco dance". Y no importa quien seas, ni quien hayas sido. A nadie le importa que tu gloria haya terminado. Puedes unirte a la danza y ser uno más. Simplemente, dejarse llevar. Sentir el ritmo y ser feliz. Dejarte hechizar por ese violín maldito y dejar que las luces de la noche entren en ti para no salir.

Sí, eso es "Night lights". Dejarse llevar por el vicio sin tener en cuenta que dentro de cuatro horas tienes que ser un señor respetable. Revelarse contra la madurez mal entendida. Los temas se suceden como los pliegues de un abanico que no es otro que las sensaciones que uno puede encontrar en los bajos fondos, si sabe buscar. Todo lleno de romanticismo y de aparentemente indiscutible sinceridad, como la de quien comparte un secreto contigo, considerando que eres alguien digno de conocer un delicioso gusto minoritario.

El momento cumbre llega con la susurrante balada "You'll never know what you're in for", una de las mejores canciones de Elliott Murphy. Por un momento se nos descubre el lado oscuro de todo, pero no condenándolo, sino con resignación. Sí, seremos basura. Esto es lo que hay. Nunca sabrás lo que te espera. El estribillo es hermoso, sutil, y mismamente crudo, y la lamentosa armónica pincela con sabiduría pero sin precisión la grotesca pero armoniosa escena.

"And we are all junkies, pushers, pimps and pushers
You never know what you're in for
And you can shake it, try to forsake it
But you know you’re gonna take it
You never know what you're in for"


Ahí está, con sus luces y sumbras. Quien quiera puede rehuírla. Pero ocasionalmente, siempre hay alguien que cae preso de ella. Y podrá conocer a la singular "Lady Stiletto" ("Her T-shirt's ripped with a passion, her mind's been raped by Rolling Stones"). O buscar un héroe cualquiera con el que huir de este mundo que se desmorona. Compadecerte de aquellas chicas a las que les sobra el dinero pero que ni saben bailar, ni son conscientes de su carencia. Descubrir que cualquier día es bueno para sentir que vuelven los buenos tiempos.

"Night lights" es un disco para soñar e idealizar. Saber que algunos tiempos y algunos lugares realmente no fueron tan buenos, y que ello no te impida imaginar por unos instantes la vida del más despreciable animal urbano y quererla como tuya.

lunes, 2 de junio de 2008

PREMIATA FORNERIA MARCONI - Per un amico (1972)



"Per un amico"
sea posiblemente mi disco de rock sinfónico italiano favorito, junto con el debut de Banco Del Mutuo Soccorso, y aunque el de Banco gane en espectaculares momentos puntuales, el disco que hoy nos ocupa gana en regularidad. Es un disco terriblemente consistente que se disfruta de principio a fin sin apenas momentos de decaída. Premiata Forneria Marconi representaron a la perfección lo que es el sinfonismo italiano. Ese lirismo, sus melodías apacibles, casi pastorales, su refinamiento, sus voces armoniosas... una vez se tiene cierto bagaje en el rock progresivo, esta debe ser la puerta de entrada al submundo italiano más adecuada.

Este disco viene precedido por un también fantástico debut titulado "Storia di un minuto", disco de cuyo estilo apenas se despegan, pero sobre cuya base desarrollan su música de manera más atrevida. A fin de cuentas, "Storia di un minuto" es un disco musicalmente bastante convencional, sin ninguno de esos elementos que pueden hacer que escuchar rock sinfónico delante de gente ajena al estilo pueda provocar algún reparo, mientras que en "Per un amico" ya se atreven a mostrar una faceta más deshinibida, a veces con mejor resultado a veces con peor, pero por suerte, nunca degenerando en lo absurdo o lo inescuchable.

"Per un amico" fue un disco ciertamente exitoso. Se debe a que consiguieron llamar la atención lo suficiente como para que se les ofreciera grabar una versión en inglés del mismo (titulada "Photos of ghosts"). Esta versión, en la que además se incluía una nueva versión en inglés del tema "È festa" de su debut, con el nombre de "Celebration", tuvo éxito internacional, y les convirtió en el grupo de rock sinfónico ítalo más exitoso de la historia, y quizá el único del que no sorprenda demasiado en exceso encontrar sus discos en la estantería de un oyente de rock clásico sin especial interés en el rock progresivo.

El inicio del disco con "Appena un po'" tendía a provocarme indiferencia en un principio, hasta que alguna escucha reveladora en un momento determinado me hizo cambiar de opinión. Se inicia apaciblemente, emulando la música ¿renacentista? con una melodía no demasiado original pero bien llevada, que va tomando cuerpo más rockero. Por la introducción ya podría ser un clásico por derecho propio del rock sinfónico, pero además no le falta una melodía vocal increíble, arropada por un juego de melotrón y flauta exquisito, ni un desarrollo instrumental sobresaliente que hace de sus siete minutos y cuarenta y cuatro segundos una experiencia que merece de sobras ese tiempo. Este tema es la perfecta representación del disco, y resulta dificil pensar en una opición sobre "Per un amico" en conjunto que difiera demasiado sobre lo que se opine de esta canción. Luego va la alocada instrumental "Generale", donde parece que los instrumentos se van alternando en momentos espectaculares de manera que sea imposible destacar quien aporta más y mejor al tema. Sublime.

También podemos encontrar la propia "Per un amico", que para mí es, de los cuatro primeros discos de PFM que he escuchado, la mejor canción del grupo. Es un tema que empieza preciosamente, como una balada de ensueño que remata en esos "...di piu...di piu...", un gancho vocal inverosimil. A partir de ahí comienza un desarrollo progresivo algo intrincado, que divaga hasta cerca de los tres minutos y medio, donde empieza uno de los momentos más sublimes del género: un riff de guitarra acústica empieza a repetirse mientras el resto de instrumentos provocan una crecida de intensidad que culmina con la BESTIAL entrada del teclado Moog. Es el momento que definitivamente me hizo darme cuenta de la valía de este grupo, un momento que siempre me hace dejar lo que estoy haciendo y prestar atención plena.

"Il banchetto" tiene unos segmentos de piano y teclados diría yo improvisados algo idos de cabeza que quitan mucha fluidez al tema, pero se compensan con que las partes más normales son simplemente excelente, especialmente la melodía vocal, que es la mejor del disco, además de ir acompañada por una letra satírica que queda muy bien. No es que me disgusten esos momentos, pero no creo que queden bien en mitad del tema. "Geranio" termina "Per un amico" magistralmente, con todos los ingredientes que han ido haciendo grande este disco, y terminándolo con un oscuro obstinato.

No es un disco para todos los públicos. A algunos les parece rayante, a otros meloso y carente de fuerza. Aún así yo creo que está claro que estos milaneses tenían una visión del rock bastante peculiar y que, para algunos al menos, podía tornarse muy placentera.



viernes, 23 de mayo de 2008

MOTT THE HOOPLE - Live (1974)



Ladies and gentlemen...

Estaba cantado que en algún momento tocaría hablar de este disco, estaba claro desde el momento en que se creó el blog. Mott The Hoople era un grupo que no me llamaba demasiado la atención. Tenía el disco "All the young dudes" y la verdad es que estaba muy bien, pero no me mataba. Vale, estaba la propia "All the young dudes", que es un clásico inmortal, pero no sé, le faltaba algo. Eso me llevó a desinteresarme por el grupo durante mucho tiempo... hasta que decidí hacerme con este disco.

El principal problema es que aquel disco de estudio con el que me hice me sonaba algo apagado, falto de energía. Pues bien, este disco pone remedio automáticamente a ello: este directo es potente rock en estado puro. Sin olvidar que Mott The Hoople fueron ante todo un grupo de glam rock: ahí están las melodías poppies, los coros armoniosos y las esperpénticas pintas. Como no conozco más discos de esta gente que los dos que he mencionado, no podría decir si la selección de temas me parece ideal... pero en general diré que todos los temas me parecen como mínimo muy buenos, por lo que el ritmo no decae en ningún momento.

Comienza de manera extraña y al mismo tiempo, con uno de mis comienzos de disco favoritos. Tras la intro con el tema "Jupiter" de "Los planetas" de Holst, empieza a escucharse un piano. Entonces, sobre él, el carismático cantante Ian Hunter empieza a cantar:

A long, long time ago...
I can still remember
How that music used to make me smile.
And I knew if I had my chance
That I could make those people dance
And, maybe, they’d be happy for a while.

But february made me shiver
With every paper I’d deliver.
Bad news on the doorstep;
I couldn’t take one more step.

I can’t remember if I cried
When I read about his widowed bride,
But something touched me deep inside
The day the music died.


Esto, para quien no lo reconozca, es la primera estrofa de "American pie", el gran éxito de Don McLean. No olvidemos que estamos en 1974, y la canción es un single de éxito de hace tres años, no el gran clásico que es hoy día, lo que hace de la situación algo aún más extraño. Tras terminar el primer verso, cambia totalmente el ritmo de piano y Ian vocifera: "...the day the music die... OR DIDN'T? Ladies and gentlemen... THE GOLDEN AGE OF ROCK AND ROLL!!!!!". Y la banda completa entra en acción, y la música estalla sin compasión en un rock and roll formidable, en una canción que debería ser considerada entre los más grandes himnos de aquella generación. Simplemente, rock and roll. Directo a la yugular.

Sin dar respiro, la banda continua con el refinado hard rock "Sucker", en una versión que me gusta bastante más que la aparecida en el disco "All the young dudes", seguida por el clásico "Roll away the stone", un tema enérgico con una melodía muy emotiva, que por si fuera poco, empalma al final con un fragmento de "Sweet Jane" de The Velvet Underground. Uno de los mejores momentos del disco, sin duda. Viene entonces la balada "Rest in peace", que sirve a la perfección para que Ian Hunter nos demuestre la extraordinaria calidez de su timbre vocal, arropado por una elegante base instrumental. Los sonidos de teclados en el breve segmento intrumental cerca del final, mágicos. "All the way from Memphis" es otro de los grandes clásicos de Mott The Hoople, y es un tema que da a entender que esta banda pudo influír a Queen en alguna manera (no es de extrañar que fuera por aquellos tiempos el grupo favorito de Freddie Mercury, y que los propios Queen estaban teloneándoles de gira por América). Es un tema duro, con mucha importancia para el piano, que alterna estrofas de gran tensión con estribillos más festivos y pegadizos. "Born late '58" es un tema más crudo, más clásico, con un riff potentísimo, compensación necesaria a los anteriores temas, más recargados.

"One of the boys"
tiene la particularidad de que su riff principal sería reutilizado por el guitarrista Mick Ralphs, que dejaría el grupo para formar Bad Company, para formar el gran clásico del rock "Can't get enough". Una vez uno supera la sorpresa de encontrarse tan mítico riff ahí, se da cuenta de que "One of the boys" es muy buen tema, sin la vocación clásica de su descendiente, pero muy meritorio por si solo. Viene después otra dramática balada "Hymn for the dudes". Personalmente es uno de los momentos del disco que menos me llaman la atención, a pesar de que esos teclados estén, como en todo momento, impecables, la interpretación vocal sea muy sentida y la canción sea, en definitiva, bastante buena. Por el contrario, "Marionette", es un tema bastante más sorprendente, algo enrevesado e incluso algo teatral, sin perder el sello rockero de la banda, que tiene aquí algunos de sus momentos más duros.

Encaramos ya la recta final del disco, empezando con el medley entre "Drivin' sister", "Crash Street Kids" y "Violence". Aunque es bastante largo, debo decir que no se hace cansino y fluye con mucha naturalidad de un tema a otro. Un medley muy bien hecho. Continúa con la canción más famosa de la banda, "All the young dudes", el mítico tema que David Bowie compuso y les cedió para ver si esa buena banda que no acababa de despuntar conseguía tener un hit. Y sí, efectivamente fue un éxito. "All the young dudes" es un temazo que no hubiera desentonado en "The rise and fall of Ziggy Stardust and the Spiders From Mars", la más laureada y célebre obra de Bowie de aquellos tiempos. Tiene un bonito riff de guitarra melódico y nada típico, una buena estrofa algo dylaniana y lo más importante, un señor estribillo, hímnico y emotivo, capaz de convertir en un clásico a cualquier canción en la que lo coloquemos. El concierto termina con "Walking with a mountain", potente rock de estilo a lo Chuck Berry adaptado a la época y al sonido del grupo. Y con mucha distorsión. No es de mis canciones favoritas del disco, pero supongo que no queda mal como cierre. A fin de cuenta el riff (ahora sí, calcado de Chuck Berry) mola mucho y el simplísimo estribillo es muy efectivo.

Este disco en directo representa perfectamente una opción a la hora de dar cnciertos. Están los que llenan minutaje con improvisaciones y modificando los temas con respecto a sus versiones originales, y de la misma manera, tenemos discos como este, en los que simplemente encontramos un puñado de canciones interpretadas de manera normal, con esa fuerza y suciedad extra que involuntariamente dan los discos en directo. Y francamente, es maravilloso.

No existe este concierto en vídeo, cosa que sería ideal para colocar aquí abajo ahora. Aún así, no voy a resistirme, pues esta ocasión lo pide a gritos. Sin más dilación...

Ladies and gentlemen...



BONUS TRACK: La edición del 30º aniversario incluye además un CD con otro concierto completo, de la misma gira, que presenta algunas diferencias en la selección de temas y que es tan bueno que podría haber sido perfectamente lanzado en lugar de este.

viernes, 16 de mayo de 2008

T. REX - Tanx (1973)


En 1973, esa imparable máquina de ganar dinero que era T. Rex estaba en su momento de auge. T. Rex (o, lo que es lo mismo, Marc Bolan) se encontraban en plena inspiración sacando singles exitosos sin parar y con sus últimos álbums en lo más alto de las listas. Eran los grandes años del glam-rock, y Marc Bolan había conseguido ser una de las figuras más importantes y representativas del movimiento.

Su anterior disco, el mitiquísimo y soberbio “The Slider”, había sido otro exitazo y no se podía esperar menos de su siguiente obra, “Tanx”. Sin embargo, si algo le honró a Bolan es que no repitió la jugada ni se durmió en los laureles: sacó un par de singles imbatibles y de éxito seguro que le permitieron mantenerse en lo más alto para, a continuación, sacar un disco en el cual no se vislumbraba apenas un tema con madera de single seguro y en el que dio un paso adelante respecto su obra anterior. Lo que hizo Bolan fue buscar superarse a sí mismo artísticamente antes que comercialmente (algo que por entonces tampoco le hacía mucha falta).

“Tanx” no es un disco especialmente fácil si lo comparamos con los anteriores discos glam de T. Rex. Sigue estando su sonido glam tan particular, sigue habiendo algunos temas rockeros directos y pegadizos pero en general Bolan opta por una producción más recargada y exprimiendo al máximo los temas con todo tipo de arreglos pero al mismo tiempo sin alargarlos (la mayoría son bastante cortos y no duran mucho más de 2 minutos): Bolan va directo al grano, explota las melodías y cuando cree conveniente las cierra sin alargarlas más de lo necesario, la filosofía de decir todo lo que tenga que decir en el menor tiempo posible. Es ése otro de los motivos que hace de éste un disco menos accesible que “The Slider” mismamente, y es que lo forma en gran parte temas más bien cortos y llenos de detalles y arreglos siguiéndose uno tras otro sin darte tiempo a asimilarlos en las primeras escuchas. O al menos eso me pasó a mí y seguramente le pasó a los críticos que criticaron tanto el nuevo trabajo de Bolan (o eso o eran sordos).

El tema que abre el disco lo define a la perfección y es además uno de los mejores: “Tenement Lady”, un tema muy adornado de arreglos que repentinamente cambia por completo de melodía adquiriendo un tono oscuro y bello a la vez ayudado por el piano.
Los momentos más rockeros y fáciles del disco se encuentran en temas como “Rapids”, “Shock Rock” (grande ese estribillo y ese pequeño toque de piano), “Country Honey”, “Mad Donna” o “Born To Boogie”. Son los que nos recuerdan más al T. Rex de anteriores discos por estilo: riffs sencillos pero efectivos adornados con melodías pegadizas con toques festivos.
El resto del disco tira por caminos más cercanos al extraño tema inicial, y es aquí donde se encuentran los temas a mi gusto más interesantes. Por ejemplo, un agradable tema pop como “Mister Mister” consigue, con el tratamiento sonoro que se le da, tener además una atmósfera especial. A ésta le sigue uno de mis momentos favoritos sin dudarlo, la preciosa y melancólica “Broken Hearted Blues”, donde su interpretación vocal y la atmósfera que le envuelve (creada con los arreglos de violines y el saxofon en un segundo plano) consiguen convertirlo en un tema sumamente emotivo. “Electric Slim and the Factory Hen” es otro de los grandes momentos del disco, un tema que a mí me suena bastante moderno para su época y que cuenta con los mejores arreglos de violín del disco. Bolan sin duda vivía en otra dimensión por entonces.
En el tramo final nos encontramos con baladas como la acústica “Life Is Strange” (con un sonido más austero y sencillo), el atmosférico “Highway Knees” (cuyo final me encanta) y “Left Hand Luke and the Beggar Boys”, con tintes soul en esos preciosos coros, un final a lo grande.

El disco se acaba aquí y sólo por estos temas ya valdría la pena tenerlo, pero no puedo evitar comentar los extras que trae la edición en CD, porque son algunos de los más grandes singles de la carrera de este hombre. Canciones como “Jitterbug Love”, “Sunken Rage” o “Solid Gold Easy Action” (¡por Dios, que alguien me quite este estribillo de la cabeza!) nos devuelven ya al T. Rex más conocido, auténticos temazos rockeros que harían las delicias de cualquier fan del mejor glam-rock setentero. Pero lo mejor es que aún quedan los dos singles principales, dos de los temas más famosos de la carrera de T. Rex, dos auténtica joyas imprescindibles. El primero es esa maravilla llamada “Children of the Revolution” con unos violines y un estribillo memorables, de lo mejor de su catálogo. Y el que nos queda no es nada más y nada menos que “20th Century Boy”, que no es que sea uno de los mejores temas de T.Rex o de los 70, sino de la historia del rock. Un temazo con un riff y una melodía legendarios con un tono festivo y alegre contagioso que animaría hasta a un muerto. El glam-rock festivo llevado a su máxima expresión, sencillamente antológico.

Pese a ser menos recordado que otras obras suyas, “Tanx” es un grandísimo disco que nos demuestra que el talento de Marc Bolan daba para mucho, más allá de esos grandes temas de rock festivo a los que todos tendemos a asociarle.

sábado, 3 de mayo de 2008

QUEEN - Queen (1973)



Hablar de Queen a estas alturas podría parecer que está de más. Pero como yo hago este blog para entretenerme y no para aportar nada trascendente e innovador al mundo, me da igual.

Tonterías aparte, adoro a Queen, es de mis grupos favoritos, y los veo claramente entre los más grandes. La razón principal son sus cinco primeros discos. Cinco discos impresionantes entre los que veo imposible encontrar un solo momento flojo. (Aviso para lectores: me sé esos discos de memoria. Que ahora me listéis todos los momentos que consideráis flojos en esos discos no va a provocar una reacción tal que "Oh, vaya, ¡cómo pude haberlo olvidado!".)

Queen comienzan a ser verdaderamente célebres a partir de su tercer disco "Sheer heart attack", que de hecho es mi disco favorito de todos los tiempos, pero sus dos primeros, injustamente olvidados incluso por la propia banda, son igualmente impresionantes. En esta ocasión hablaré de su debut, el cual es con seguridad uno de los cinco mejores discos de hard rock de los setenta. Es un disco potente, inspirado en grupos como Led Zeppelin o Black Sabbath, pero que al mismo tiempo tiene ya la base de todo lo que serían Queen: sus armonías vocales, sus tintes pomposos, su extraña épica...

Una de las singularidades de este disco son los temas de Freddie Mercury. En los discos posteriores sus temas serían los más extraños, y al mismo tiempo los más ligeros, normalmente, creando la carismática dualidad con los temas rockeros compuestos por Brian May. Pero si uno escucha este disco sin saber nada más del resto de la discografía de Queen, puede pensar perfectamente que Freddie iba camino de convertirse en uno de los mayores iconos del heavy de los setenta. De cinco temas que aporta, tres de ellos están entre lo más duro que ha hecho Queen, y al contrario de lo que sería habitual más adelante, se mantiene más alejado del piano.

El tema que abre el disco, "Keep yourself alive", de May, fue el mayor single del grupo, y un tema muy olvidado, con madera para ser uno de los grandes himnos de Queen. Es un tema rockero y pegadizo que resume muchas de las características de Queen, y que seguramente, de haber salido unos años más tarde, con la banda ya consolidada, hubiera sido un impresionante éxito. Aquí ya podemos apreciar además los famosos efectos de guitarra de May duran el solo, que le valieron para ganarse la acusación de abusar del estudio y no saber reproducir eso en directo, cosa que supo desmentir por méritos propios. "Doing all right" es otro tema de May, única canción de Queen resto de la época en la que estos se llamaban Smile, antes de la entrada de Mercury y Deacon en el grupo. Una maravillosa balada con tremendas partes rockeras.

El primer tema de Mercury, "Great King Rat", es alucinante. Es una canción potentísima, muy épica, donde Mercury la descose cantando, apoyada en un increíble ritmo cabalgante de Roger Taylor (que en este disco posiblemente hace su mejor trabajo de batería, muy muy bueno). Sigue otro de Mercury, "My fairy king", una canción que rompe totalmente la tónica del disco, y no sólo eso, sino que anticipa en lo que se convertiría Queen. Un tema complejo, pomposo, lleno de doblados de voces, falsetes, punteos imposibles de guitarra y el piano de Freddie dirigiendo la canción. Me lo imagino mostrando el tema ante la atónita mirada de sus compañeros, porque la verdad es que no me resulta imaginar un tema anterior que suene parecido a este. Y viene otra canción más de Freddie, la mejor del disco, y seguramente una de las cinco mejores de Queen: "Liar". IMPRESIONANTE. Un tema largo, complejo, rico en matices, donde los cuatro miembros están impecables. El riff es uno de los más memorables de la historia del rock duro, cada melodía vocal de Mercury es impecable, la base rítmica arrasa con todo... es un tema increíble. Resulta doloroso que nunca se recuerde a Queen por su faceta de rock duro, cuando si se lo proponían podían parir temas que cualquier grupo de ese estilo mataría por componer.

May nos ofrece "The night comes down", una adorable balada que alterna momentos algo frenéticos y oscuros (el inicio y el final) con partes muy melosas cantadas dulcemente por Freddie. Un tema que me encanta, de esas canciones que nadie parece recordar nunca que tanto abundan en los primeros discos de Queen. "Modern times rock'n'roll" es un tema compuesto y cantado por Roger Taylor. Siempre se ha dicho que era Taylor el que aportaba el peor tema con diferencia del disco, y no estoy de acuerdo. Aunque aquí es el tema menos interesante, no deja de ser un temazo, corto, frenético, y que aporta variedad al LP. Otra de May, su última aportación al disco, es "Son and daughter", un rock lento y pesado, muy en la onda de Black Sabbath, pero con el sello de Queen en el estribillo: "I want you! To be a woman...". Freddie canta de manera atípica en él, rasgando muy bien la voz, como un verdadero bluesman. "Jesus" es un tema compuesto por Freddie, aunque de cristiano no tenía nada. Una de las composiciones más bizarras del hard rock, con una estrofa poderosa, con riffs cortantes, y un estribillo melódico con maravillosa armonías que se acopla muy bien sobre el mismo ritmo, amén (nunca mejor dicho) de un break instrumental en la parte central donde la banda se lanza a una furiosa jam guitarrera. Cierra con la miniinstrumental "Seven seas of Rhye", que Mercury mejoraría para el siguiente disco, convirtiéndola en el primer hit de Queen, pero que aquí no pasa de ser un cierre simpático de disco, que me recuerda mucho a la intro de "Pinball wizard" de The Who.

La historia de Queen a partir de su segundo disco sería más conocida y por tanto este disco es más interesante de reivindicar. Si bien no son pocos los fans que tienen este "Queen" (no me gusta llamarlo "Queen I"... coje el CD y míralo bien... ¿acaso se llama así?) en alta estima, hay un sector al que este disco debería llegar sin falta. El fan del rock duro y potente que dice no gustarle Queen por lo que ha oído de ellos. Es muy probable que no haya oído este disco en concreto y pueda sorprenderle muchísimo.


viernes, 2 de mayo de 2008

FLOWER TRAVELLIN' BAND - Satori (1971)



Imaginen a cuatro japoneses que deciden emular a Black Sabbath pero con un estilo mucho más psicodélico y tendrán a Flower Travellin’ Band.

Se formaron a finales de los años 60 bajo el nombre de The Flowers, pero pronto harían un cambio de cantante y se rebautizarían como Flower Travellin’ Band. En sus primeros discos se dedicarían principalmente a versiones de grupos de rock occidentales del momento que constituían sus principales influencias como Cream, The Jimi Hendrix Experience, King Crimson y Black Sabbath. Para su tercer disco, “Satori”, se atrevieron a incluir únicamente material propio y crearían su obra más mítica y emblemática.

Aunque el sonido de Flower Travellin’ Band está obviamente muy marcado por grupos occidentales como los ya mencionados, en “Satori” adquieren un estilo propio que los hace difícil de clasificar. Tienen un sonido que remite al hard-rock de la época con tintes muy psicodélicos pero pasando por el filtro de la cultura japonesa (en especial en la interpretación vocal de Joe Yamanaka en más de un tema). Los temas no tienen título, sino que simplemente se dividen en partes con el nombre del disco, lo cual ya da la idea de que no es tanto una obra de canciones sueltas como de varios pasajes musicales muy relacionados entre sí. En general no siguen la estructura típica de una canción de rock sino que más bien van dando paso a diferentes riffs y temas musicales que acaban desembocando casi siempre en largos y oscuros pasajes instrumentales.

El tema que más cerca está de ser algo convencional es el que abre el disco con un potente grito al que le sigue un grandísimo riff que podría colar perfectamente como uno de Tony Iommi. Este “Satori Part 1” es el tema más corto y directo, lo más cercano que podrían tener a un single de éxito en occidente.
En “Satori Part 2” la cosa ya cambia. El riff del tema ya tiene un sonido mucho más oriental y es acompañado por una potente sección rítmica casi tribal. Pasamos ya a un sonido más psicodélico que heavy metal y los segmentos instrumentales se alargan. Eso no es nada, en el siguiente tema esto irá a más.
“Satori Part 3” es para mi gusto uno de los mejores momentos del disco y también uno de los más oscuros. La guitarra de Hideki Ishima toma el control del tema creando una melodía que me recuerda a los gritos de Yamanaka en temas anteriores y que le da ese extraño sonido misterioso y con tintes orientales. Aquí no hay voces ni hacen falta, todo el tema se edifica solo en esas magníficas progresiones instrumentales que acaban desembocando en un clímax frenético.
Llegamos a “Satori Part 4”, que es para mí el otro momento más “normal” del disco (sin que eso sea peyorativo) o, en otras palabras, donde se les va menos la cabeza. De nuevo vuelven a construir un riff muy molón aunque mucho menos oscuro que los anteriores y una melodía que es hasta pegadiza pese a su simplicidad. A continuación pasan a una larga parte instrumental en que se va repitiendo el riff mientras Yamanaka toca la armónica y se alternan algunos solos de guitarra. El momento más bluesero del disco.
Para acabar, “Satori Part 5” vuelve al tono oscuro habitual del disco con esos gritos-lamentaciones que, junto al tono de la música, le dan una ambientación especialmente siniestra muy bien conseguida.

“Satori” es un disco que tiene un sonido y una ambientación especial, no sabría decir si por la influencia oriental o por la banda en sí (o seguramente por un poco de ambas). En todo caso es un ejemplo de cómo no debemos olvidarnos de que en Oriente también se hace buen rock, y en ocasiones con discos tan buenos como éste, que seguro que de haber tenido renombre en occidente habría sorprendido a muchos (como está pasando estos últimos años en que ha sido reeditado y descubierto en esta parte del mundo dejándonos boquiabiertos... aunque sea más de 30 años después).